Editorial: Ver para creer

El estimado de crecimiento de la inversión privada para este año es menor de lo que se pensaba hace tres meses

Lo esperado. Hace siete días en esta columna manteníamos nuestro optimismo de que era posible lograr un crecimiento de 5% en el 2015. Sin embargo, los recientes resultados que se van conociendo de diversos indicadores muestran que esa posibilidad se va alejando.

El BCR acaba de reducir su proyección de crecimiento del PBI para este año de 5.5% a 4.8% y, por última vez, su estimado del mismo indicador para el 2014 (de 3.1% a 2.4%). Prevé que la recuperación de la producción estará liderada por “una reversión parcial de los choques de oferta observados el año pasado, un mayor gasto público, una mejora de la confianza empresarial y la continuación de una posición monetaria flexible”, según indica su último Reporte de Inflación que se da a conocer cada tres meses.

El instituto emisor espera que la inversión privada retome la ruta expansiva (3%) tras el descalabro del año pasado (-1.5%), que fue el principal motivo del lanzamiento de los paquetes de estímulo y que no ha podido ser implementado completamente por causa de las demoras y el aprovechamiento político del Congreso –ejemplo: la incomprendida y posiblemente efímera “Ley Pulpín”–. Sin embargo, su estimado para este año es menor de lo que pensaba hace tres meses.

Con respecto a las cuentas fiscales, este año y el próximo habrá sendos déficits del sector público no financiero de 2% del PBI, debido a la caída de los ingresos corrientes como consecuencia de las medidas adoptadas en los paquetes de estímulo. Este desbalance es comprensible, pues corresponde a la política fiscal contracíclica que adoptó el Gobierno –un poco tarde, debemos recordar– para contrarrestar la desaceleración y preparar el camino para revertir la situación.

¿Se cumplirán estas proyecciones? Los antecedentes no juegan a favor, pues durante todo el 2014 los cálculos del BCR y de todos los demás (desde los organismos multilaterales hasta los analistas) fueron progresivamente revisados a la baja. Aunque la caída del precio del petróleo puede jugar a favor, sobre todo con la inflación, el cobre, que está siguiendo un comportamiento similar, podría tener el efecto contrario. Lo cual se agrava por la situación de la política interna, que cada vez preocupa más.

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