(Bloomberg) Un elenco integrado principalmente por políticos que prometen más pero siguen tocando una melodía bastante apagada verá cómo tres acontecimientos importantes asumen un rol protagónico esta semana en el sainete de la reflación de Estados Unidos, que se sigue con atención.
La calidad de su actuación fortalecerá una trama con importantes dimensiones económicas, institucionales y de mercado. Esto es lo que se puede esperar de cada uno de ellos:
El primer acto será hoy, cuando se publique el acta de la reunión sobre política monetaria de la Reserva Federal, realizada el 14 y el 15 de marzo.
Es de esperarse que ese documento pinte a los banqueros centrales, como grupo, con un poco más de confianza en las perspectivas económicas de Estados Unidos, pero indispuestos a reflejar dos factores en sus proyecciones cuantitativas y sus orientaciones para la política económica a futuro: lecturas inusualmente fuertes de la confianza de empresas y consumidores y las señales de políticas a favor del crecimiento del presidente Donald Trump.
En sintonía con esto, la Fed reforzará su escenario básico de dos aumentos adicionales de 25 puntos básicos en 2017, pero se abstendrá de sugerir explícitamente —al menos por ahora— que el balance de riesgos apoya la realización de más aumentos, no de menos.
El jueves, Trump recibirá en Florida al presidente de China, Xi Jinping, y los temas económicos serán una parte importante de la agenda de la reunión.
Pese a la retórica proteccionista bastante agresiva por parte de Estados Unidos, especialmente durante la campaña presidencial de Trump, es de esperarse un tono relativamente cordial y constructivo en los temas económicos y financieros, que reconozca las interdependencias económicas e insinúe voluntad de trabajar juntos para promover el comercio justo.
La semana cierra el viernes con la publicación de los datos sobre empleo para marzo. Probablemente la generación mensual se modere respecto a la cifra impresionante (235,000) de puestos de trabajo nuevos registrada en febrero y probablemente el crecimiento de los salarios sea un poco más alto, lo que reforzará la noción de un mercado de trabajo ajustado.
En resumidas cuentas, las señales sobre datos y políticas que asumirán un rol protagónico esta semana reforzarán la trama de una reflación gradual y constante en vez de pasmar al público con un giro inesperado, como una disparada dramática o una fuerte caída.
El que determinará si se materializa uno de esos resultados más extremos es el elenco de políticos europeos y estadounidenses.
Pero a ese elenco tentado a no llamar la atención en materia de problemas complicados de política económica le costará cada vez más hacerlo.
Se está acumulando presión desde varias direcciones: desde la necesidad de evitar que se paralice el gobierno estadounidense a fin de mes y reaccionar al impulso del presidente a la reforma fiscal y el gasto en infraestructura hasta atravesar las primeras etapas de las complicadas negociaciones del Brexit ahora que se invocó el artículo 50 y reaccionar a otros movimientos populistas antiestablishment en Europa y al giro al nacionalismo económico que conllevan inevitablemente (también en el contexto de las elecciones presidenciales en Francia).
Estos últimos años, el elenco logró que su papel no muy coherente se volviera confuso para los mercados por los bancos centrales hiperactivos y la esperanza de que Trump disparara una salva de políticas a favor del crecimiento en Estados Unidos.
Los tres sucesos económicos fundamentales de esta semana podrían demostrar que esa coreografía está volviéndose menos defendible.
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