Con mayor frecuencia vemos cómo las personas, a la hora de aceptar una oferta de trabajo, otorgan más peso a factores como un horario flexible, la posibilidad de trabajar desde casa, un código de vestimenta informal o inexistente, acceso a vacaciones ilimitadas o la contratación por proyectos.
A este conjunto de elementos, propios de los nuevos esquemas de trabajo, nos referimos comúnmente como “flexibilidad laboral”. Aunque algunos de sus beneficios son evidentes (la posibilidad de llevar a los niños al colegio en las mañanas, evitar el tráfico de las horas pico o dejar de preocuparnos por tener suficientes trajes en el clóset), me pregunto si realmente se han traducido en un mayor disfrute de la experiencia laboral.
¿Cuánto influye realmente la flexibilidad en la productividad y en la felicidad del empleado y la empresa?
Obviamente, el rol de la tecnología ha sido crucial para que esta generosa tendencia se propague entre las empresas contemporáneas, pero la tecnología no es la respuesta a todo (al menos no todavía). Por eso no puedo dejar de hacerme algunas preguntas sobre el tema.
La flexibilidad laboral, ¿debe tratarse como un derecho para todos los trabajadores de la organización, o como un privilegio para quienes hayan demostrado merecerlo? ¿Se extiende en igual medida a los líderes de la organización o es importante que los directivos asistan regularmente a la oficina para mantener el contacto directo con su gente?
¿Afecta la calidad y eficiencia de la comunicación entre los miembros del equipo, o por el contrario, las nuevas tecnologías de comunicación hacen innecesaria la presencia física de todos los compañeros de trabajo en un mismo espacio?
¿Ha contribuido a mejorar el balance entre el trabajo y la vida personal, o paradójicamente ha terminado por integrar los dos mundos y que nunca paremos de trabajar sin importar donde estemos?
Cuando se trata de distracciones en el lugar de trabajo, tales como salas de juego, espacios de relajación y descanso, etcétera, ¿la diversión nos hace más o menos productivos? ¿Estimula la creatividad o se trata de una pérdida de tiempo?
Llama poderosamente la atención que la flexibilidad laboral esté siendo adoptada por un número creciente de empresas, al tiempo que esas mismas empresas se esfuerzan por diseñar espacios de trabajo cada vez más innovadores y vanguardistas. ¿Acaso se trata de un doble mensaje? ¡Por supuesto que puedes faltar cuando gustes, pero vas a extrañar este lugar espectacular en que hemos convertido tu oficina!
Esto me lleva al siguiente y último punto: imaginemos un compañero de trabajo que aprovecha al máximo todos los beneficios que la política de flexibilidad de la empresa le permite. Llega tarde, se marcha temprano, se ausenta con frecuencia y, en general, es bastante relajado e informal. Sin embargo, sus resultados son satisfactorios: logra los objetivos que le establecen e incluso sobrepasa las expectativas. Responde con honestidad: ¿cómo crees que estaría vista esta persona por parte del resto del equipo y de su jefe?
Sin importar lo que esté escrito en el manual de recursos humanos de tu empresa, la respuesta a esa última pregunta determina los verdaderos límites de la flexibilidad laboral en tu lugar de trabajo.
Lo cierto es que una política de flexibilidad laboral no debe implementarse a la ligera. Se trata de una estrategia que ha de ser diseñada a la medida de las necesidades de cada organización, así como de las características y condiciones de su gente.