1. Hace cinco años, en un contexto político similar al actual, escribí un artículo titulado “Sorpresas de fin de fiesta”. En él, critiqué la pésima idea que tuvo el gobierno saliente de sorprendernos con reducciones del IGV y del ITF no contempladas en la ley del presupuesto que había sido aprobada menos de 75 días antes y, también, de anunciarlo a menos de 75 días de las elecciones generales de ese año.
2. La reducción impositiva de febrero del 2011 se hizo fuera del contexto presupuestal y era innecesaria, pues la economía estaba creciendo por encima de su tasa potencial y no requería de impulso fiscal alguno. Pero parece ser que el entonces presidente creía necesitar de este impulso político o, cuando menos, habría querido evitar que la próxima administración fuera la que introdujese este cambio (ya propuesto por muchos de los candidatos). Y para semejante despropósito contó con la ayuda de un MEF sorprendentemente complaciente.
3. Cinco años después y a pocos días de las elecciones generales, escuchamos, con gran preocupación, al presidente saliente declarar: “He planteado a los ministros revisar el tema de la remuneración mínima”. Y para no dejar dudas de a qué se refería, el mandatario aclaró: “Hemos sido el Gobierno que aumentó el sueldo mínimo vital en sus primeros años y estamos evaluando esta posibilidad, porque nosotros creemos que, ante situaciones adversas en el mundo, tenemos que apostar en la gente”. (Plop!, como Condorito, ¡tres veces Plop!…).
4. Y, desgraciadamente, nuestra preocupación era válida, pues ayer el Gobierno aprobó el aumento de la remuneración mínima. Señor presidente, con todo el respeto que merece la alta investidura del cargo que hoy ocupa, no puedo pedir menos que “¡Kriptonita económica para el presidente! Parece que Ollanta ahora se cree Supermán…”. Desafortunadamente, y al igual que en el 2011, los encargados de la política económica fueron complacientes con este despropósito de fin de fiesta. El MEF debió sacar la kriptonita de la caja de plomo, pero no lo hizo. La verdad es que no hay espacio para políticos superhéroes que quieran enfrentarse a las fuerzas del mercado.
5. Señor presidente, ¿quién le ha contado el cuento de que subir la remuneración mínima legal sería una medida reactivadora en el actual contexto político y económico? En mi última columna (“Kriptonita para los economistas Supermán”), explicamos que la subida de los salarios tiene que ser sufragada por las empresas y que si a estas les suben los costos entonces tendrán que incrementar sus precios, con lo que perderán competitividad y, probablemente, terminarán vendiendo menos. Incrementar los costos no es reactivador, señor presidente. ¿Por qué querría usted terminar su periodo gubernamental restándoles competitividad a las empresas y promoviendo la informalidad? ¿Qué más viene? ¿Cambios tarifarios para combatir la inflación?
6. En el artículo al que hice referencia en el primer párrafo, terminé preguntándome: “¿Qué hacer entonces?” Y la respuesta que encontré fue sencilla: “Por favor, ya no hagan más. No más sorpresas…”. Esta recomendación sigue vigente hoy, sobre todo después de lo de ayer. El país no necesita de más sorpresas, señor presidente, y creo no equivocarme al plantear que el electorado tampoco aprecia que el gobierno saliente socave al entrante.
7. Recientemente, usted declaró: “Déjenme terminar el partido, no me distraigan. Hasta el último minuto puedo hacer un gol”. Pero acuérdese, señor presidente, que el peligro reside en que termine metiendo más autogoles y perdamos un partido, que a pesar de haber sido deslucido, lo veníamos ganando.
Por Carlos E. Paredes
Director de Intelfin y Profesor de la Universidad del Pacífico