Quito (AFP).- El socialista Lenín Moreno cerró campaña para el balotaje del domingo en Ecuador pidiendo el voto por “un país para todos”, sin “paquetazos ni privatizaciones”, mientras que el opositor de derecha Guillermo Lasso propuso un “cambio” para no seguir el camino de Venezuela.
A dos días de que los ecuatorianos decidan entre prolongar el socialismo del saliente presidente Rafael Correa o girar a la derecha como hicieron Brasil, Argentina y Perú, el exvicepresidente oficialista Moreno y el exbanquero Lasso cerraron en Quito y Guayaquil la campaña para las elecciones más reñidas de la historia reciente de Ecuador.
“(El domingo) vamos a elegir el futuro de nuestras familias, vamos a elegir entre un país para un puñado de gente, para unos pocos con paquetazos y privatizaciones, y un país para todos”, exclamó el delfín de Correa, ante miles de personas en una plaza de un barrio popular en el sur de la capital.
Moreno, un abanderado de las causas sociales que sufre una paraplejia consecuencia de un disparo en un asalto en 1998, propuso una serie de medidas para estimular la golpeada economía y prometió “una cirugía mayor contra los corruptos de este gobierno”, los dos temas que más preocupan a los ecuatorianos.
Los casos de la estatal Petroecuador, que implicó a varios funcionarios del gobierno de Correa, y el de las supuestas coimas de la constructora brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos por US$ 33.5 millones, todavía por esclarecer, indignaron mucho a los ecuatorianos en estos últimos meses.
“Daremos viviendas gratuitas para los más pobres del Ecuador, y al construirlas generaremos 136,000 empleos”, aseguró el socialista, que de ganar heredará un país endeudado tras el fin de la bonanza petrolera y con creciente desempleo.
“¿Quieren ser como Venezuela?”
En un coliseo deportivo de Guayaquil, la capital económica y la ciudad más poblada del país, Lasso, modelo del hombre hecho a sí mismo y expresidente del Banco de Guayaquil, agitó el fantasma de Venezuela antes de miles de seguidores, enardecidos con sus propuestas de cambio para generar “prosperidad, libertad, democracia”.
“Aquí estamos junto al pueblo que quiere democracia y libertad. Democracia con independencia de poderes, con justicia independiente, con una asamblea autónoma, no lo que acaba de pasar hoy en Venezuela, un golpe de estado anulando a la Asamblea Nacional”, exclamó el candidato conservador, que promete crear un millón de empleos y eliminar 14 impuestos.
Lasso, partidario de retirar el asilo que le ofreció el gobierno de Correa a Julian Assange, cuenta con la bendición de las clases altas, con el descontento de las clases medias (antes en buena parte correístas) y tiene el apoyo explícito de los líderes de los otros partidos opositores, aunque en Ecuador el voto no es fácilmente endosable.
Con un estilo más conciliador que el de Correa, Moreno cuenta con el arrastre de la figura del actual mandatario, con la capacidad de movilización de su partido Alianza País y el voto de los sectores populares, beneficiarios de los programas sociales impulsados durante la bonanza petrolera.
Las últimas encuestas, que por ley podían difundirse hasta el pasado miércoles 22 de marzo, ubican primero a Moreno por un margen que oscila entre los 4 y los 14 puntos, pero analistas indican que en las últimas proyecciones privadas Lasso está ganando terreno.
“La diferencia va a ser muy pequeña. No se descarta un desenlace a la peruana, donde las elecciones (en junio de 2016) se decidieron al último momento (a favor del hoy presidente Pedro Pablo Kuczynski)”, explicó a la AFP Simón Pachano, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
“Casa a los que no tienen”
En primera vuelta, la campaña estuvo marcada por la crisis económica derivada sobre todo de la abrupta caída del precio del crudo y por denuncias de corrupción, pero en este segundo turno el discurso ha girado más en torno a la dicotomía entre cambio y continuismo.
“Ahora, la cuestión no es tanto por las derechas o por las izquierdas, sino en función de cambiar el modelo de los diez años, el modelo económico y político, o mantenerlo”, explicó el politólogo Santiago Basabé.