El Cairo (Reuters).- Los gobernantes interinos de Egipto anunciaron un calendario más rápido que el esperado para unas elecciones que pongan fin a la crisis del país, un día después de que 51 personas murieron cuando los soldados dispararon contra un grupo de personas que apoyaba al presidente destituido Mohamed Mursi.
Las calles de El Cairo estaban tranquilas el martes por la mañana, pero el movimiento de los Hermanos Musulmanes pidió más protestas para la jornada, lo que podría generar más violencia.
Presionado para ofrecer un calendario rápido para restaurar la democracia, Adli Mansour, el juez nombrado jefe de Estado por el Ejército cuando Mursi fue derrocado la semana pasada, decretó que la votación parlamentaria se llevaría a cabo en unos seis meses. A eso le seguirían unas elecciones presidenciales.
Las tensiones políticas se incrementaron por el derramamiento de sangre del lunes, el peor desde que Mursi fuera sacado del poder por el Ejército. Los militares abrieron fuego a las puertas de una sede de la Guardia Republicana en El Cairo, donde está retenido el dirigente depuesto.
Las autoridades dijeron que los soldados dispararon en respuesta a un ataque de asaltantes armados, pero los manifestantes cuestionaron este relato, insistiendo en que estaban rezando pacíficamente.
“Nos lanzaron gases lacrimógenos, nos dispararon perdigones, balas de goma, de todo. Luego usaron balas de verdad”, dijeron Abdelaziz Abdel Shakua, de 30 años, que resultó herido en la pierna derecha.
La violencia conmocionó a los egipcios, ya cansados con las turbulencias que comenzaron hace dos años y medio con la caída del autócrata Hosni Mubarak en un levantamiento popular. Sin embargo, muchos egipcios parecen aceptar el relato oficial de que los soldados habían sido atacados y respondieron al fuego.
“Por supuesto que condeno esto: egipcios contra egipcios. Pero la gente atacó al Ejército, no al revés”, dijo Abdullah Abdel Rayal, de 58 años, que compraba en un mercado callejero en el centro de El Cairo el martes por la mañana.
El viernes, los enfrentamientos entre seguidores y detractores de Mursi se extendieron por todo Egipto, dejando 35 muertos.
El derramamiento de sangre ha generado también alarma entre donantes claves como Estados Unidos y la Unión Europea, además de Israel, con el que Egipto tiene firmado un acuerdo de paz respaldado con Estados Unidos desde 1979.
Millones de personas salieron a las calles el 30 de junio para exigir la marcha de Mursi, temiendo que los islamistas estuvieran intentando acaparar el Estado.
Para los Hermanos Musulmanes, la caída de Mursi supone un reversión de la democracia un año después de que se convirtiera en el primer líder libremente elegido de Egipto. Los islamistas temen una vuelta a la prohibición que sufrieron durante décadas bajo gobernantes autocráticos como Mubarak.