Estímulo de Trump podría socavar el mercado laboral de Estados Unidos

Si bien el crecimiento real del Producto Interno Bruto durante este ciclo económico ha sido más bajo que en ciclos anteriores, la velocidad con que ha disminuido el desempleo ha sorprendido a la gente.

(Bloomberg) El plan de estímulo fiscal que el presidente electo Donald Trump y los republicanos del Congreso en Estados Unidos esperan aprobar en 2017 está destinado a aumentar el crecimiento económico real. Sin embargo, el estímulo fiscal no crea exactamente crecimiento. Crea demanda. Si la demanda conduce al crecimiento real depende de factores fuera del control del gobierno: la productividad y la fuerza laboral.

Si bien el crecimiento real del Producto Interno Bruto durante este ciclo económico ha sido más bajo que en ciclos anteriores, la velocidad con que ha disminuido el desempleo ha sorprendido a la gente. Incluso con un crecimiento real del PIB que ha promediado solo alrededor de 2,1% durante esta recuperación desde 2010, la tasa de desempleo ha caído fuertemente, desde un pico de 10,0% en octubre de 2009, a 4,6% el mes pasado. Aun en el año de más lento crecimiento económico de este ciclo, 2012, con un crecimiento real del PIB de 1,3%, la tasa de desempleo cayó 0,6%.

Ahora, los responsables de las políticas enfrentan un nuevo reto. Al haberse situado en 4,6%, la tasa de desempleo ya ha superado el pronóstico a más largo plazo de la Reserva Federal de 4,8%. Cuando el mercado laboral es tan estrecho, ¿Cuánto más se puede crecer realmente? Si el crecimiento del PIB de alrededor de 2% ha sido suficiente para producir una caída constante en la tasa de desempleo, una expansión sostenida de 3% a 4% la haría bajar a niveles que no hemos visto en décadas, y la dejaría muy por debajo de los niveles que la Fed considera sostenibles.

Dos variables podrían dar a la economía más de una posibilidad de crecimiento: el aumento de la fuerza laboral y una mayor productividad. Una de las razones por las que el índice de desempleo ha caído tan rápidamente a pesar del lento crecimiento del PIB ha sido la relativamente baja participación de la fuerza laboral. El índice de participación en la fuerza laboral de personas entre 25 y 54 años cayó de 83,1% en diciembre de 2007, a un mínimo de 80,6% en 2015. Desde entonces, ha experimentado una cierta recuperación, llegando a 81,4%. La caída en la tasa de participación de personas entre 20 y 24 años ha sido aún mayor. Si su índice de participación aumenta, y si la generación de la posguerra decide trabajar un poco más, la economía crecería más rápido sin necesidad de tener que elevar los salarios y realizar grandes alzas en los precios.

Si bien el camino hacia una mayor participación en la fuerza de trabajo parece bastante sencillo -los salarios más altos en teoría deberían traducirse en una mayor participación-, abordar el crecimiento de la productividad es más complicado. Nadie sabe realmente cuál es la mejor manera de aumentar el crecimiento de la productividad. Si lo supiéramos, todo el mundo lo haría. ¿Tal vez a través de más acuerdos comerciales, tercerizaciones y una mayor globalización? ¿Por medio de más automatización? ¿Más gasto de capital? ¿Más investigaciones por parte del gobierno? ¿O acaso el crecimiento de la productividad está simplemente a merced de auges impredecibles de la innovación tecnológica?

Lo que sabemos es que el crecimiento de la productividad ha sido bajo desde la última recesión -una de las principales razones de un crecimiento económico mediocre en general- y que sin un aumento del crecimiento de la productividad, una campaña sostenida de estímulo fiscal puede acabar generando más inflación que expansión.

Aunque el gobierno entrante de Trump a veces es comparado con el gobierno de Reagan, en lo que respecta a la economía, ambos enfrentaron problemas distintos. Reagan asumió el mando con un alto desempleo, una alta inflación y altas tasas de interés. Su equipo económico trató de abordar los problemas desde el lado de la oferta de la economía reduciendo los impuestos, las regulaciones y los gastos gubernamentales, con el objetivo de disminuir los cuellos de botella en la producción de bienes y servicios.

Trump, por el contrario, asumirá el poder con un bajo desempleo, una baja inflación y bajas tasas de interés. Sus partidarios no estaban entusiasmados por una baja inflación y los menores impuestos, sino más bien por la perspectiva de más empleos y crecimiento. Por lo tanto, su equipo se centrará en estímulos para generar demanda. Pero, ¿eso conducirá al crecimiento?

Si lo hace, Trump podría ser aclamado como el presidente que hizo que los estadounidenses aislados y desconectados volvieran al trabajo, y como el mandatario que restauró el crecimiento de la productividad a sus niveles previos a la recesión. Si no lo hace, podría crear un lío inflacionario que la Fed tendría que solucionar, un legado que evoca menos a Reagan que a Carter.

Este artículo no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP o sus dueños.

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