SANTIAGO (Reuters) – Durante la campaña para las elecciones presidenciales de Chile intentó suavizar el estilo confrontacional y el carácter inflamable que le valieron el apodo de “Dama de Hierro”.
Pero eso no le alcanzó a la candidata oficialista Evelyn Matthei para convencer a los chilenos de que apoyen la continuidad de las políticas liberales del presidente Sebastián Piñera.
La ex ministra del Trabajo de la coalición de centroderecha que gobierna Chile desde el 2010 quedó muy atrás de la socialista Michelle Bachelet en las elecciones del domingo, pero al haber sido la segunda más votada disputará con ella una segunda vuelta.
Matthei, una economista de 60 años conocida por su gusto refinado y su afición al piano, ha justificado su estilo confrontacional como la única manera que tiene una mujer para abrirse camino en un mundo dominado por hombres.
Pero, el electorado chileno se volcó en masa a respaldar el estilo afable y cálido de Bachelet y sus promesas de reformas para reducir la amplia brecha entre ricos y pobres en el país.
Las diferencias entre las dos líderes, que se medirán de nuevo el 15 de diciembre en una segunda ronda a la que Bachelet vuelve a llegar como clara favorita, van mucho más allá de sus personalidades.
Matthei carga el peso de su vínculo familiar con la dictadura militar que gobernó el país entre 1973 y 1990. Su padre, el general Fernando Matthei, fue miembro de la junta militar del dictador Augusto Pinochet.
Incluso ha sido señalado durante la investigación de la muerte del general Alberto Bachelet, el padre de la candidata socialista muerto en circunstancias no aclaradas en la cárcel por su lealtad al derrocado presidente Salvador Allende. En el 2012, la justicia chilena rechazó procesar al general Matthei por ese hecho.
La campaña presidencial coincidió con la conmemoración del 40 aniversario del golpe de Estado de Pinochet, en cuyo régimen miles de personas murieron, desaparecieron o fueron torturadas, incluyendo a la propia Michelle Bachelet.
Matthei esbozó una defensa, diciendo que durante la dictadura realizó comentarios a favor de los derechos humanos que le valieron las críticas de los seguidores del régimen.
En medio de la campaña, Piñera reconoció que la candidata oficialista apoyó la continuidad del régimen de Pinochet en un plebiscito en 1988, donde la población aprobó en las urnas la convocatoria de unas elecciones que abrieron el camino para la vuelta a la democracia.
La designación de Matthei como la primera mujer que compite por la presidencia por parte de la centroderecha no estuvo libre de críticas de miembros de los partidos que la apoyan, debido a incidentes que la enfrentaron en el pasado incluso con Piñera.
Además, varios incidentes debido a su inflamable carácter, que incluyeron insultos, la hicieron blanco de críticas en un país conservador y con fuerte influencia de la Iglesia católica.
Matthei logró moderar su comportamiento voluble durante la campaña electoral, pero afirma estar lista para defenderse.