Bloomberg.- No es difícil encontrar un inversor que tenga bonos venezolanos. Cualquiera que haya destinado dinero a un fondo de deuda de mercados emergentes probablemente tenga exposición a este país, que está sumido en una crisis civil que tiene a buena parte de la población sin suficiente comida.
Eso es importante porque Goldman Sachs se ha convertido en el foco de la ira acerca de invertir en la deuda del país en crisis.
The Wall Street Journal informó el domingo que Goldman Sachs Asset Management compró US$ 865 millones de bonos del productor estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), desencadenando una andanada de protestas.
La oposición al presidente Nicolás Maduro amenazó con no pagar la deuda. Se realizaron manifestaciones ante la sede de Goldman Sachs.
Pero Goldman tiene algunos buenos acompañantes si los manifestantes y las personas que lo critican buscan lo que consideran aprovechadores de la miseria.
La deuda de Venezuela representa alrededor de 2.4% del fondo que cotiza en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) de deuda de mercados emergentes de US$ 11,600 millones, el cual se negocia bajo la clave de pizarra EMB.
Los activos de este ETF han aumentado 45% en lo que va de este año, y los inversores se agolpan para aprovechar el alza de 6.5% en el índice de países en vías de desarrollo.
La deuda del país ha contribuido enormemente a los avances de los mercados emergentes en el 2017, con un rendimiento de 8.5% de sus bonos en dólares en el año hasta la fecha, según datos del índice de Bank of America Merrill Lynch.
Fidelity Management y BlackRock Inc. son algunos de los mayores inversores del país.
La deuda de Venezuela es tan controvertida porque muchos han acusado al actual Gobierno de usar dinero de las importaciones de alimentos para cumplir con pagos de intereses y capital de la deuda externa de US$ 47,000 millones del país.
Ricardo Hausmann, ex ministro de planificación de Venezuela y actualmente profesor de la Universidad de Harvard, calificó la deuda del país de “bonos del hambre”.
Hausmann recientemente propuso retirar los bonos del país de los índices de bonos de mercados emergentes de JPMorgan Chase & Co., que son un referente común para muchos fondos de inversión.
De esa manera, concluyó, los administradores de fondos no tendrían que decidir si respaldan al actual presidente y sus acciones, que han sido condenadas por activistas de derechos humanos.
Por ahora, la deuda del país es increíblemente tentadora para muchos inversores en una época de retornos ultrabajos en los países desarrollados.
Sus bonos a diez años están pagando rendimientos de más de 20% y la deuda se negocia con grandes descuentos. Goldman, por ejemplo, pagó 31 centavos por dólar por la deuda que supuestamente acaba de comprar, que se vendió por primera vez en el 2014.
Y el Gobierno, hasta el momento, ha evitado una cesación de pagos, si bien ha privado a sus ciudadanos de recursos de primera necesidad.
Venezuela claramente está en crisis ahora mismo, con protestas que dejan una estela de muertes y ciudadanos que en promedio han adelgazado más de 8.5 kilos en un año, según un estudio.
La aceptación de prestarle al Gobierno de Venezuela ha sido institucionalizada, y ha venido con cuantiosas recompensas. Si los manifestantes buscan inversores en el sufrimiento del país que sean tan cómplices como Goldman, van a necesitar muchos más carteles.