Una herejía tentadora

Es necesario iniciar el debate sobre la efectividad del proceso de descentralización que hace un año reclamó el presidente Ollanta Humala y demandar que forme parte de la agenda de las próximas elecciones presidenciales.

Julio Lira Segura
DIRECTOR DE GESTIÓN

El 28 de julio de hace un año, el presidente Ollanta Humala dijo en el Parlamento que “se requiere plantear un debate nacional sobre la efectividad del proceso de descentralización. Cabe preguntarnos si hemos logrado construir un Estado efectivo y transparente. En torno a estas reflexiones invito a iniciar un amplio debate con miras a fortalecer el proceso de descentralización”. Sin embargo, el Congreso no asumió el reto y 365 días después vemos escándalos de corrupción, presidentes de gobiernos regionales en la cárcel, ineficiencia por doquier y la inversión pública descendiendo en el interior del país.

Si el presidente de la República pensaba que con celebrar consejos de ministros en provincias daba un paso adelante, los hechos han demostrado que fueron insuficientes y, por tanto, poco eficaces. Y no haber afrontado el debate también es responsabilidad de los gremios empresariales, sobre todo porque buena parte de los megaproyectos que corresponden a las actividades primarias están en el interior del país, así comos lo conflictos sociales.

Tras más de una década del proceso de descentralización los resultados no son alentadores, al punto tal que economistas como Waldo Mendoza han propuesto un viraje de 180 grados.

Así, en una mesa redonda organizada por Gestión, con la participación del ministro de Economía, el exviceministro de Hacienda del gobierno de Alejandro Toledo expresó que el esquema chileno de descentralización funciona mejor: “Bien centralista para las decisiones y descentralista para los gastos. Hay que pensar en un esquema de este tipo porque el actual está hecho para que suceda lo que estamos viendo”.

Esta reflexión es clave, pues una de las banderas de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales siempre ha sido abogar por la descentralización fiscal, lo que a la luz de los últimos meses sería una medida contraproducente. Justamente en Chile se pretende implementar este mecanismo, de tal manera que dentro de seis años el 35% de los ingresos tributarios sea manejado por las regiones. No imitemos esa decisión.

Siempre he pensado que la descentralización es importante para el país, y por eso he sostenido que dicho proceso llegó para quedarse. Pero los resultados indican que debemos urgentemente ejecutar cambios, pues el modelo ya no da más. De lo contrario, estaremos frente a una frustración más en el país. Por eso, la propuesta de Waldo Mendoza resulta tentadora.

Enfrentar el problema requiere de decisión política no solo del Ejecutivo, sino también del Congreso. La actual conformación del Parlamento deja pocas esperanzas para introducir modificaciones en el corto plazo.

Sin embargo, es necesario iniciar el debate que reclamó hace un año el mandatario y demandar que forme parte de la agenda de las próximas elecciones presidenciales.

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