La descentralización es una “demanda ciudadana histórica”, cuenta Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, y ha marcado al país desde la Constitución de 1979. Y a pesar de los avances, dos grandes problemas hoy son la delimitación de funciones para los tres niveles de gobierno y la necesidad de más recursos humanos.
“Construir un nivel de gobierno y desarrollar adecuados mecanismos de articulación toma un tiempo. Los vacíos que tiene este proceso, no son imputables a los gobiernos regionales. Son esencialmente imputables al ordenamiento nacional”, explica Arnillas.
Confusiones
En su Mensaje Presidencial, Ollanta Humala invocó al Congreso a que “mejore” la descentralización. Al respecto, Arnillas explica que esta responsabilidad es del Ejecutivo. Además, el primer problema al que hoy se enfrenta es “la adecuada delimitación de funciones y competencias en cada nivel”.
“Si uno revisa la Ley Orgánica del Ejecutivo, verá que las funciones de seguridad y orden interno son exclusivas del gobierno nacional. Sin embargo, les reclamamos a los gobiernos regionales que intervengan en materia de seguridad”, detalla el funcionario.
Otro ejemplo –continúa– está en ciertos proyectos infraestructura. “Puedes encontrar proyectos de inversión de los gobiernos regionales para financiar infraestructura del Poder Judicial, algo que ha sido promovido incluso desde el gobierno nacional”.
Más manos
El segundo punto crítico –en el que Arnillas hizo énfasis– es que la descentralización, si bien ha aumentado la responsabilidad de los gobiernos regionales y locales para administrar más presupuesto, no les ha provisto con la misma capacidad de aumentar personal para asumir este rol.
“Hemos aumentado los recursos en inversión, pero no hemos aumentado los equipos humanos. Y no depende necesariamente de los gobiernos regionales o locales, sino de otros factores. Desde la posibilidad de contratar esos recursos hasta la existencia personal calificado para todos estos tipos de proyectos”, anotó el especialista.
Y aunque la división en tres niveles de gobierno, el uso un Plan de Desarrollo Concertado en cada región y el Presupuesto Participativo son puntos “singulares” y positivos –según Arnillas– de este proceso, la vía para articularlos es más ‘letra muerta’ que realidad.
“Hay un mecanismo de coordinación intergubernamental, pero nunca se ha hecho funcionar realmente. Más allá de una sesión de instalación, no funciona de manera regular. Si hay desencuentro entre el gobierno regional, local y nacional, es porque estos mecanismos, que están enunciados, no se ponen en práctica”, finalizó.