Bloomberg.- El presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Paul Ryan, y Donald Trump atravesaron toda la campaña sin que se los viera juntos en público. Ahora las aspiraciones legislativas del Partido Republicano dependen de lo bien que ambos se lleven.
Los republicanos enfrentan de pronto la perspectiva de contar con un Congreso ágil en el que poder impulsar leyes audaces, siempre y cuando Trump y los líderes del partido puedan ponerse de acuerdo sobre qué quieren hacer.
Si Ryan y Trump pueden hallar la manera de trabajar juntos, casi no hay límite a lo que pueden conseguir en un Congreso republicano: reducciones de impuestos para todos, una amplia reforma tributaria, desmantelamiento del Obamacare, una reversión de las políticas energéticas de Obama y de su amplia agenda de regulación, así como el tipo de recortes del gasto con los que Ryan sueña desde hace tanto tiempo.
“Ahora Donald Trump estará al frente de un gobierno republicano unificado”, manifestó Ryan. “Trabajaremos juntos” en una agenda republicana.
Precisó que ya ha hablado con Trump sobre planificar la transición y agregó: “Acaba de obtener un mandato”.
Pero Trump no hizo campaña como un republicano tradicional, sino que enfrentó al establishment de Washington, lo que comprendió a líderes como Ryan.
El mensaje de Trump con frecuencia fue diametralmente opuesto a las posiciones de Ryan en temas importantes como inmigración, comercio, infraestructura y derechos.
“Creo que vamos a tener un poco de Salvaje Oeste”, dijo el representante Trent Franks, de Arizona, un seguidor de Trump, antes de la elección. Entre quienes apoyan a Trump podría persistir cierto resentimiento en relación con “la falta de intensidad de Ryan por Donald Trump”, dijo.
El miércoles por la mañana Ryan felicitó a Trump y calificó su victoria de una “gran noche para nuestro partido”.
“Estamos ansiosos de trabajar con el nuevo gobierno para impulsar una agenda que mejore la vida de la población estadounidense”, expresó Ryan en una declaración.
Ryan ha tratado de limar sus diferencias con Trump al declarar la semana pasada: “En esto estamos todos juntos”.
Pero se ha mostrado en ocasiones abiertamente opuesto a algunas de las propuestas de Trump. Por ejemplo, cuando le preguntaron en octubre si apoyaba la propuesta de Trump de una ley de infraestructura de US$ 5,000 millones, se rió y dijo: “Eso no está en la agenda”.
Pero la reconstrucción de infraestructura fue una de las principales políticas que Trump destacó el miércoles en el discurso en el que proclamó su victoria.
Trump, por su parte, ha rechazado muchas propuestas importantes para Ryan y los miembros del partido. Trump se opone a los acuerdos de libre comercio y a los recortes de Seguridad Social y Medicare.
Quiere construir un muro en la frontera sur de los Estados Unidos para evitar el ingreso de inmigrantes ilegales, además de gastar más en infraestructura. Ryan apoya el libre comercio, una reforma inmigratoria y un Estado limitado, con profundos recortes del gasto.
Si Ryan conserva su puesto – admiten los republicanos de la Cámara de Representantes – tendrá que haber una reconciliación entre ambos.
Trent Franks dijo la semana pasada que había hablado con el vicepresidente electo Mike Pence sobre si Ryan y el nuevo presidente podrían congeniar.
Franks manifestó que llegaron a la conclusión de que pueden hacerlo a pesar de que sus personalidades “son algo divergentes”.