Atenas (Reuters).- Decenas de miles de griegos comenzaron una huelga de 48 horas el martes para protestar contra una nueva ronda de medidas de austeridad, que según los sindicatos perjudicarán aún más a los pobres y llevarán a la alicaída economía al colapso.
Los paros fueron convocados por los dos principales sindicatos griegos, y son los terceros en dos meses contra los recortes de gasto y las reformas que el primer ministro Antonis Samaras lleva el miércoles al Parlamento con el objetivo de que su aprobación desbloquee la ayuda internacional.
El transporte se vio seriamente afectado en todo el país y los colegios y oficinas gubernamentales locales permanecieron cerradas. Los hospitales estaban funcionando con personal de emergencia.
El Gobierno ha implorado a los griegos que soporten los recortes para evitar una bancarrota nacional, pero un tercio del país está sin empleo, los niveles de pobreza y suicidios están aumentando y muchos están extremadamente molestos con la clase política.
“Deberían irse al infierno y más allá”, dijo Anais Metaxopoulou, un jubilado de 65 años. “Deberían preguntarme cómo me siento cuando tengo que acudir a la iglesia a mendigar comida. No haría daño a una mosca pero a alguno de ellos los decapitaría”, agregó.
Atenas necesita la aprobación parlamentaria a un paquete que incluye reducir las pensiones en casi un tercio y desechar las primas por vacaciones, todo para asegurar que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional les prestan más de 31,000 millones de euros (40,000 millones de dólares) en ayuda, buena parte de las cuales se usarán para apuntalar a los bancos.
La huelga coincide con la votación en el Parlamento que se llevarán a cabo el miércoles, cuando se espera que el Gobierno obtenga un respaldo a unos recortes y reformas laborales que el partido más pequeño de la coalición de Samaras se ha negado a apoyar.
No queda nada que recortar
“Hacemos huelga el martes y el miércoles para enviar un mensaje al Gobierno – ¡estas medidas no deben aprobarse!”, dijo Nikos Kioutsoukis, secretario general del sindicato del sector privado GSEE, que convocó la huelga junto con el sindicato del sector público ADEDY. “Es inaceptable que la gente tenga que pagar por los fondos que los banqueros están consiguiendo del Estado”, añadió.
Trenes, autobuses y el metro se vieron afectados y muchos vuelos han quedado cancelados. Los barcos no han salido de los puertos y los taxistas no han recorrido las calles.
La policía reforzó la seguridad para las manifestaciones que recorrerán Atenas a medio día y que a menudo terminan en disturbios a pequeña escala.
Grecia ha sufrido varias rondas de austeridad que han ayudado a que su economía se reduzca en una quinta parte desde que surgió la crisis de deuda, pero aún así no ha logrado poner en orden sus finanzas.
La deuda pública del país rondaría un 189% del Producto Interior Bruto para el próximo año y se espera que Atenas no llegue a cumplir los objetivos del último rescate acordado con la troika del FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Algunos griegos dicen que los últimos recortes podrían destrozar a la sociedad.
“Alguien ha de decirles que no queda nada que recortar”, dijo Vassilis Dimosthenous, un obrero de la construcción de 50 años que lleva diez meses sin trabajo. “Hacen que nuestro día a día sea insoportable. Si tuviera diez años menos, me iría de este lugar”, agregó.