Washington (AFP).- Tuits improvisados y la acusación de haber revelado secretos a los rusos: el presidente Donald Trump ha dañado la relación de la Casa Blanca con las agencias de inteligencia estadounidenses y aliadas y puesto en riesgo la seguridad del país, dijeron expertos este martes.
“Como presidente quise compartir con Rusia (en un evento abierto de la Casa Blanca), como es mi derecho absoluto, hechos sobre terrorismo y seguridad aeronáutica”, admitió Trump en una serie de tuits.
Diplomáticos, ex agentes de inteligencia y altos funcionarios dijeron que la actitud de Trump podría empujar a los aliados de Washington a ser más renuentes a compartir secretos con Estados Unidos, e impedir a los agentes estadounidenses de dotar a la Casa Blanca con información crucial sobre seguridad.
“Él no puede simplemente ir y revelar información confidencial sin crear grandes problemas con la comunidad de inteligencia”, dijo el exdirector de la CIA Leon Panetta a CNN, al reaccionar a un reporte del Washington Post según el cual Trump compartió información secreta con el canciller ruso y su embajador en Estados Unidos.
La información que Trump habría repasado a los rusos, supuestamente sobre esfuerzos del grupo yihadista Estado Islámico de usar laptops para colocar bombas en aviones comerciales, fue entregada por un país de Oriente Medio que “dejó muy en claro que no querían que esa información se compartiera”, dijo Panetta.
“El daño es que ese país puede cortar todo tipo suministro de información a Estados Unidos en temas muy sensibles para la seguridad nacional de este país”, apuntó.
El New York Times informó que la información fue suministrada, al menos en parte, por Israel, que habría también instado a Washington a manejarla con cuidado.
‘Santo grial’ en riesgo
Douglas Smith, un ex secretario adjunto de Departamento de Seguridad Interna, dijo que Trump parece haber puesto en peligro el “santo grial” del mundo de inteligencia: los métodos y medios para recolectar información.
“Cómo se sentirá un gobierno extranjero al ver que información que considera altamente sensible -que probablemente recolectó de una manera muy secreta y muy difícil- es entregada de manera tan despreciativa a un poder extranjero que para nada es nuestro aliado”, señaló.
La controvertida reunión de Trump con los diplomáticos rusos tuvo lugar un día después de que inyectara el caos en su joven gobierno al tomar el inusual paso de despedir al director del FBI James Comey, quien dirigía investigaciones sobre la posible colusión de la campaña del republicano con Rusia para manipular las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses.
El senador republicano John McCain advirtió que los reportes del traspaso de información a Rusia “envía una señal perturbadora a los aliados y socios de Estados Unidos en el mundo y puede dañar su disposición a compartir información con nosotros en el futuro”.
“Definitivamente habrá nerviosismo sobre qué compartir y cuándo”, dijo Karin Von Hippel, directora general de RUSI, un centro de análisis sobre temas militares en Londres, aunque confió en que la situación no llegará a un fin de la colaboración.
Ese mensaje fue repetido por Yves Trotignon, un exanalista del servicio de inteligencia francés DGSE: “Estados Unidos no puede darse el lujo de perder la confianza de sus aliados que podrían en algún momento dejarlo solo”.
Política fuera
Los últimos acontecimientos han elevado aún más las preocupaciones dentro de la comunidad estadounidense de inteligencia, que ya veía con desconfianza al nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Históricamente, los presidentes estadounidenses se han esforzado por tener una fuerte relación con los altos responsables de las agencias de inteligencia como la CIA y el FBI.
Pero Trump ha hecho poco esfuerzo para cementar esos lazos, como el abrupto despido de Comey lo ilustró de manera dramática aunque no exclusiva.
Desde que asumió el poder en enero, Trump acusó a la CIA de filtrar información a la prensa, rechazó el consenso de que Rusia interfirió en la elección de 2016, se ausentó de las reuniones diarias sobre inteligencia y nombró al desprestigiado general Michael Flynn, que fue despedido por su antecesor Barack Obama, como su asesor en seguridad nacional.
Stephen Slick, un exagente de la CIA y ahora un académico en la Universidad de Texas-Austin, destacó que los jefes de las agencias deben mantenerse al margen de la política.
“Es importante que usen su experiencia para aislar la recolección de información de la política, y resistir los esfuerzos del gobierno o sus críticos de jalar a la comunidad a peleas partidistas”, dijo a AFP.