Reuters.- La escasez de alimentos y medicamentos en Venezuela, se han convertido en una fuente de angustia para la población. Tal es así, que el número de mujeres jóvenes, de entre 25 y 34 años en promedio, que están optando por la esterilización va en aumento.
Y es que los anticonceptivos tradicionales, como condones o píldoras anticonceptivas, prácticamente han desaparecido de las tiendas, empujando a las mujeres hacia una cirugía irreversible en la mayoría de los casos.
“Tener un hijo ahora significa hacerlo sufrir”, asegura Milagros Martínez mientras espera en un banco del parque para su esterilización en un centro de salud municipal en las inmediaciones de Caracas.
La joven, de 28 años y vecina de las afueras pobres de Caracas, optó por la esterilización después de tener un segundo hijo no planeado porque no podía encontrar las píldoras anticonceptivas.
Si bien no hay estadísticas nacionales recientes sobre esterilizaciones, los médicos y trabajadores de la salud afirman que la demanda para el procedimiento es cada vez mayor.
El programa local de salud para las mujeres en el estado de Miranda, que incluye partes de Caracas, cuenta estos días con 40 puntos de esterilización. El pasado año por estas fechas no se llenaba, pero ahora tienen a unas 500 mujeres en lista de espera, según el director del programa, Deliana Torres.
La tendencia pone de relieve cómo la recesión brutal de la nación más rica en petróleo, está obligando a la gente a tomar decisiones difíciles.
Venezuela es un país de mayoría católica donde el aborto está prohibido a menos que la vida de una mujer está en riesgo. El arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, dijo a Reuters que un aumento de las esterilizaciones sería una “barbaridad”.
Pero la crisis de Venezuela ha desencadenado disturbios casi diarios por los alimentos, ayer decenas de manifestantes salieron a las calles de Caracas con letreros que decían “necesitamos medicianas”. Al mismo tiempo que apoyaban al referendo revocatorio.
Las mujeres embarazadas se ven particularmente afectadas por la crisis ya que, a su lucha por encontrar alimentos, tienen que hacer dar a luz en hospitales hacinados y con bajo nivel de equipamiento. Además, tienen que pasar horas haciendo colas para conseguir pañales, alimentos para bebés y medicinas.
Otras mujeres han tenido que esperar meses para ser esterilizadas porque hay espacios limitados en los hospitales dirigidos por el Estado y las clínicas privadas pueden cobrar más de 12 veces el salario mínimo mensual por intervención.
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