Ben Klein, gerente de Aplicación para América Latina de Stratasys, cuenta que la historia de la impresión 3D comenzó con un juguete roto. “En 1987, Scott Crump -quien inventó la tecnología FDM- trató de arreglar uno de los juguetes de su hija. Para eso, usó la pistola de pegamento caliente y ahí tuvo un momento ‘eureka’. Pensó que era una buena manera de hacer cosas”.
Así, Crump fundó Stratasys –de la que aún es CEO– y ha acompañado a la manufactura con sus impresoras 3D desde entonces. Sin embargo, los costos de fabricar piezas, usadas hoy en la medicina o la aeronáutica (incluso por Apple y Nokia), recién son asequibles para una mayor parte del mercado, haciendo de la tecnología FDM (modelado de disposición fundida) una alternativa más real para la industria.
La Fortus 400 mc es una muestra de ello. Es una impresora 3D de última generación de Stratasys, capaz de construir prototipos y piezas terminadas para maquinaria pesada o prácticas médicas (a excepción de implantes). El jueves pasado, la PUCP presentó esta nueva adquisición de más de US$ 100 mil, con la que espera brindar soluciones empresariales a la industria peruana.
Alto relieve
“La idea es bastante simple. Algunos filamentos de plástico se calientan y se mueven alrededor de un brazo robótico que circula en una mesa que crea el modelo. Hacemos una capa y luego la mesa se mueve un poco”, detalla Klein. Las piezas son el resultado de hilos finos de plástico o metal solidificados, mientras que la digitalización del modelo le da su precisión característica.
“Las máquinas Fortus están más diseñadas para las empresas de manufactura, así que los materiales son resistentes. Las verás donde hay necesidad de asistencia mecánica, especialmente en la industria automotriz y aeroespacial, pero también en universidades donde se trabaja con ingeniería mecánica”, agrega el ejecutivo, quien presentó oficialmente esta máquina en la PUCP.
Usos prácticos
Una de las aplicaciones que más destaca es el de la salud. “Cuando estás en el mundo de la medicina, trabajas con un modelo muy específico. Todos somos diferentes y la anatomía también lo es, y queremos darles a los médicos una manera de experimentar o de ver por dónde irán antes entrar a la sala de operaciones”, indica Klein, refiriéndose a prototipos que replican la masa ósea.
Casas de estudio como el MIT ya están utilizando una versión más versátil de la impresión 3D: la tecnología PolyJet, que permite hacer prototipos con materiales más flexibles. “En las escuelas de ingeniería mecánica o de aeronáutica, se beneficiarán más con las Fortus”, aclara el ingeniero.
Por el momento, la producción en serie no ha llegado a las impresoras 3D, pero Klein prevé que la necesidad de “personalización” de productos se hará tan masiva que el mercado verá con mejores estas máquinas, las únicas capaces -asegura el ingeniero- de responder a esa demanda a bajos costos.