“Amelia” habla fluidamente 30 idiomas, memoriza manuales completos e interactúa cordialmente con las personas. “Amelia” es una plataforma de inteligencia artificial de la empresa IPSoft con un rostro propio, el cual, a manera de avatar, puede mirar directamente al cliente a los ojos a través de una pantalla.
Si este prototipo fuese instalado en todos los call centers del mundo, 250 millones de personas perderían su empleo. Y esto solo es relevante al rubro del telemarketing. La Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia, además, asegura que los avances en inteligencia artificial amenazarían cerca de 10 millones de empleos en los próximos 30 años. Algunos de los sectores más afectados serían el de agronomía, educación y construcción.
Por ejemplo, los cajeros y las máquinas expendedoras ya reemplazaron a muchos trabajadores. En tanto, el restaurante alemán “Baggers” prescinde de mozos al entregar la comida a través de rieles, y la tecnología de impresión 3D ha permitido construir casas de 230 m² en apenas 20 horas, de acuerdo al portal de tecnología Qore.
A este fenómeno se le denomina desempleo tecnológico. Es decir, el reemplazo de la mano de obra por los avances en la tecnología de la producción y de servicios.
Ante esta situación, ¿debemos temerle a la tecnología? José Luis Calderón, gerente de Gestión del Capital Humano para SAP Perú, considera que no. “La tecnología debe alinearse a los colaboradores y a la empresa. Las soluciones tecnológicas facilitan y capacitan a todos. Ambos son buenos aliados”.
Situación local
“Perú está muy lejos del panorama mundial en el que se reemplaza la mano de obra por una máquina o un robot. El impacto se está viendo en otros países, pero acá aún no”, explica Edward Sánchez Penadillo, ingeniero mecatrónico de la Escuela de Ingeniería Electrónica de la Universidad Tecnológica del Perú.
El experto, incluso, calcula que más allá de los prototipos de robots (que ya se realizan en nuestro país desde hace años), recién dentro de unos 15 o 20 años se desarrollará plenamente un autómata para las tareas domésticas.
Y al igual que Calderón, Sánchez considera que no deberíamos alarmarnos por el llamado desempleo tecnológico, pues, según dice, el incremento de la robótica y la maquinaria en las industrias siempre irá de la mano del hombre.
“Un robot no se programa y está listo eternamente. Necesita de alguien preparado que lo instale y le haga mantenimiento”.
Para ello, las grandes industrias deben ir capacitando al personal para que contribuya en la misión de la empresa. El hombre y el robot deberían formar un binomio, no excluirse.
**