El Cronista Comercial de Argentina
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
La comunicación, el entretenimiento, las finanzas y otras actividades se apoyan cada vez más en la Web. El lado problemático, en este escenario, es el creciente riesgo de espionaje y ataques cibernéticos que expone no solo a los usuarios individuales, sino también a las grandes corporaciones.
En la mira
Los bancos, plantea un reciente informe de Kasperksy, serán uno de los objetivos centrales de los ciberdelincuentes el próximo año. Según la compañía, para 2015, hay que esperar el desarrollo de software malicioso diseñado especialmente para ejecutar ataques selectivos.
Los sistemas de pago virtuales; los servidores de los cajeros automáticos, muchos de los cuales aún funcionan con Windows XP; y hasta las impresoras conectadas, que permitirían al intruso movilizarse dentro de la red y robar datos personales almacenados en cada terminal, son las principales amenazas para el sector.
Mediante esas maniobras, los asaltantes podrían alterar la información de los sistemas bancarios y realizar transferencias entre distintas cuentas. Por otra parte, el informe también augura una complejización del desarrollo de malware y su viralización mediante torrents u otras plataformas de descarga de archivos.La debilidad en los protocolos de seguridad de televisores inteligentes, heladeras y otros dispositivos del rubro Internet de las Cosas abriría la puerta a estos ataques que buscarían, por ejemplo, ingresar y alterar su funcionamiento, como con la incrustación de publicidad indeseada en las pantallas.
Temor por la privacidad
Pese al crecimiento, en el uso de la encriptación de datos, la privacidad y el cuidado de la información sensible será otro de los puntos problemáticos. Uno de los dolore de cabeza más acuciantes en este contexto, de acuerdo con un informe de Blue Coat, radica en que el malware reciente se oculta detrás de la encriptación y evade así a los controles de seguridad.
A su vez, la investigación plantea otros focos de atención en el robo de información de las cuentas en redes sociales, mediante malware inmiscuido en publicaciones de carácter social, y en el crecimiento del ‘espionageware’, que engloba cuestionados desarrollos de software de vigilancia por parte de empresas y estados para el seguimiento y monitoreo de la actividad de las personas.