(Bloomberg).- El chaleco salvavidas queda asegurado con un clic y Eddie, un divertido socio del complejo vacacional Viceroy Sugar Beach en Santa Lucía, sonríe. “Es como andar en bicicleta”, dice con entusiasmo.
Estamos en la costa suroeste de la isla, en las playas poco profundas de Anse de Pitons, y estoy a punto de probar el próximo gran deporte acuático: el ciclismo en agua.
Flotando delante de mí está el Schiller S1, un artilugio de US$ 4,500 que es en parte bicicleta, en parte catamarán y promete trasladar por cualquier superficie de agua a quien se suba a pedalear.
Si su creador Judah Schiller se sale con la suya, pronto figurará en la lista de amenidades de todos los grandes complejos turísticos. “Estamos en el comienzo de una nueva industria, categoría y deporte”, me dijo. “En cinco años, creo que habrá bicicletas de Schiller en cada playa de los hoteles del mundo”.
Eddie le da un ligero empujón a la parte trasera de la bicicleta y ya estoy pedaleando por el Caribe.
Andar es fácil. Es muy estable con unos pontones del tipo de los que se usan para hacer ski acuático. Durante la charla informativa de seguridad, ni siquiera se habla de qué hacer si uno se cae, porque no hay forma de caerse.
La estructura de aluminio anodizado de la bicicleta es esbelta y de poco peso, y con una rotación de los pedales se le da ocho vueltas al propulsor, de modo tal que exige muy poco esfuerzo físico (y tan sólo dos minutos) para avanzar unos 45 metros costa afuera.
Schiller inventó la bicicleta acuática en el 2014, pero sigue siendo una novedad.
“Como spinner, ciclista y amante del agua, enterarme de la bicicleta de Schiller fue uno de esos momentos en que ves algo y piensas ‘por supuesto’”, dice Bill Walshe, CEO del Viceroy Hotel Group. Sugar Beach, que ahora tiene tres S1s, fue el primer complejo del mundo que la adquirió. “No perdí tiempo en escribirle a Judah y comentarle lo entusiasmado que estaba con su invención”.
Ahora, otros resorts están uniéndose a la tendencia: Four Seasons, JW Marriott y Aman se encuentran entre los hoteles que son clientes de Schiller, ofreciendo bicicletas en destinos tales como Bora Bora, Costa Rica, Bali y Dubai. Actualmente están disponibles en 14 complejos y superarán los 21 este año.
Tres de los cuatro océanos de la tierra son ahora aptos para las bicicletas. También uno puede tener acceso a su propio rodado, ya que el modelo S1 se vende por internet, junto al hidrodinámicamente superior, S1-C que tiene un costo de US$ 6,000.
La comunidad de deportistas está creciendo: crean rutas, comparten experiencias por las redes sociales. “Hay gente que practica junta y eventualmente alguien podría empezar a competir”, dice Schiller. “Si tienes atletas tienes un deporte”.
A esta altura, Schiller está en las etapas finales de la organización de una carrera de bicicletas de agua con el respaldo de una fundación en el sur de Francia para el verano próximo.
El agua es demasiado profunda y oscura para ver las rayas, tortugas y los tiburones bebé que cruzan por debajo (quizás sea mejor). Pero veo el agua. Está allí.
Es como la diferencia entre subirse a una montaña rusa común con piso y la que vas con los pies colgando: cuanto menos contacto tengas con los elementos, mejor.
“No tienes eso en un kayak. Es por eso que la bicicleta Schiller es tan innovadora”, dice Schiller.
Falta esperar que los inversores estén de acuerdo; Schiller busca capital Serie A este mes con el objetivo de transformarla de un juguete apto para hacer ejercicios en los balnearios a una verdadera industria.