El internet de las cosas: de la propaganda a la realidad

El internet de las cosas ha llamado mucho la atención últimamente entre las empresas y los encargados de formular políticas. ¿Qué tan rápido viene? ¿Es real? Este estudio resuelve algunas interrogantes

Sensores en los ascensores que alertan a los organismos gubernamentales de ciertos peligros para la seguridad pública; datos procedentes de los bolsos escolares para mantener seguros a los niños; camiones de la basura inteligentes que permiten a las ciudades ahorrar dinero…

El internet de las cosas (IdC) lo cambiará todo. Esa es la opinión generalizada. Nos dispusimos a buscar pruebas de este cambio en el sector público. ¿Qué tan rápido viene? ¿Es real? Nuestras conclusiones fueron variadas: preocupantes, pero también alentadoras.

En el lado positivo, averiguamos que los organismos gubernamentales estaban ansiosos de aplicar el IdC para mejorar el entorno en que realizan sus actividades o para reducir la carga de sus funciones y, al mismo tiempo, aumentar el cumplimiento de estas.

En el lado negativo, muy pocas iniciativas en este ámbito han avanzado más allá de ser proyectos piloto; los modelos de negocio para sostener la infraestructura de IdC están poco desarrollados, y el panorama normativo es lamentablemente inadecuado. Existe un potencial importante, pero se necesita un trabajo sistemático e informado de parte del Gobierno, el sector privado y la sociedad civil.

El IdC ha llamado mucho la atención últimamente entre las empresas y los encargados de formular políticas. Diversos informes se refieren a miles de millones, o incluso billones, de dispositivos interconectados y su potencial de alterar todas las actividades económicas, y los Gobiernos y el sector privado muestran entusiasmo por aprovechar las oportunidades o mantener los beneficios ya existentes.

El sector privado ha progresado, pero nuestras conversaciones con los responsables de formular políticas públicas, incluso en economías avanzadas, revelan algunas brechas en los siguientes ámbitos:

Conocimiento: la mayoría de los organismos públicos aún no están familiarizados con el IdC y la importancia de este en sus funciones inmediatas.

Convertir la “propaganda en realidad”: muchos no estaban seguros de cómo implementar iniciativas que incluían un componente de IdC; pareciera que hay una necesidad de contar con un conjunto de herramientas para poder comenzar.

“Lecciones” de los pares: la mayoría de los organismos expresó un gran deseo de aprender sobre iniciativas realizadas por otros Gobiernos, saber qué había funcionado o qué no había funcionado, y cómo eso podría afectar sus propios planes.

En nuestro informe Internet of Things—the new government to business platform, proporcionamos una definición básica del IdC que esperamos que se pueda aplicar de manera general, y ponemos énfasis en que el panorama del IdC incluye no solo los dispositivos, sino que también las redes y el análisis.

Conclusiones principales
En el informe destacamos las experiencias extraídas en el trabajo en terreno en países como Alemania, Canadá, el Reino Unido, Estonia, Kazajstán, India, Japón, Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos. Como muchas otras tecnologías innovadoras, el IdC está recién comenzando a ser parte de los servicios públicos y nuestras conclusiones reflejan su naturaleza incipiente:

  • El IdC se encuentra en una etapa muy temprana: encontramos numerosas iniciativas que tienen un componente de IdC pero todavía no existen aplicaciones masivas ni siquiera en los países avanzados.
  • Las políticas/regulaciones no se encuentran al día: la mayoría de las políticas siguen siendo nacionales, y no locales. Son también con frecuencia restrictivas. La mayoría de las aplicaciones experimentales no han considerado todavía la gama completa de oportunidades o los riesgos relacionados con la implementación del IdC; en la mayoría de los casos, las jurisdicciones han adoptado un enfoque de “esperar, implementar y aprender”.
  • Los modelos de negocio todavía están en evolución: muchos proyectos piloto son aún iniciativas experimentales y carecen de un modelo de financiamiento a largo plazo. Las competencias y el conocimiento son déficits importantes: pensar de manera digital es fundamental para utilizar realmente el IdC, y la mayoría de los organismos gubernamentales y el sector privado no tienen las habilidades técnicas y administrativas necesarias (en particular, en la esfera del análisis).
  • Los datos son la clave: la gestión de datos es un aspecto esencial del IdC, pero la mayoría de las jurisdicciones todavía tiene dificultades con problemas básicos en torno a la recopilación, el acceso, la gestión y la valoración de los datos.
  • ​​La infraestructura es un obstáculo fundamental: las redes específicas de IdC todavía están poco desarrolladas, incluso en las economías avanzadas.
  • El Gobierno tiene una función clave: en algunos de los casos más exitosos de uso del IdC se requiere infraestructura pública y existen cuestiones normativas o regulatorias; los Gobiernos tienen una función central en el éxito (o el fracaso) de tales iniciativas.
  • No hay una fórmula mágica, pero los proyectos que han tenido éxito presentan características comunes: el apoyo de los líderes locales es crucial, y los modelos de negocio podrían ser locales más que mundiales.

El conjunto de herramientas del IdC
Las aplicaciones del IdC pocas veces existen en medio de un vacío. La mayoría de los casos que estudiamos se relacionaban con una iniciativa “inteligente” o “digital”. Ahora bien, la mayoría de los participantes entrevistados recalcó la necesidad de tener un “conjunto de herramientas del IdC” que les permitiría aproximarse de manera más sistemática a aplicaciones inteligentes o digitales. Proponemos un marco inicial, de acuerdo a las siguientes pautas:

Liderazgo/políticas: para el IdC (y otras iniciativas digitales), el liderazgo debe traducirse no solo en dar apoyo general sino también en analizar más allá de los antiguos modelos normativos que sirvieron a los Gobiernos mucho antes de la llegada de la economía digital. Las compensaciones entre mayor eficacia, menor privacidad, igualdad y seguridad requieren visión y capacidad de ejecución.

Estrategia e implementación: los Gobiernos deben elaborar planes normativos, institucionales y de infraestructura muy específicos para implementar con éxito el IdC en sus jurisdicciones.

Capacidad y colaboración: la normalización, las competencias y la colaboración son esenciales para que las tecnologías innovadoras se arraiguen, y proporcionamos ejemplos de diversos enfoques.

Mirar al futuro
El informe es un punto de partida para examinar los avances reales de los Gobiernos en sus esfuerzos por incorporar el IdC en sus funciones. El conjunto de herramientas es una idea inicial provisoria para los Gobiernos cuyas iniciativas todavía están en una etapa de diseño. Pero se debe hacer mucho más para atenuar los déficits en materia de conocimiento e implementación. En el informe, recomendamos algunos pasos a seguir y lo invitamos a aportar más ideas.

Por Prasanna Lal Das

Fuente: Foro Económico Mundial / Voces, Banco Mundial.

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