Amor de Puerto Rico por autos está complicando su recuperación

Sin un transporte público extendido, los puertorriqueños han recurrido tradicionalmente a sus vehículos propios, dijo Hani Mahmassani, director del Centro de Transporte de la Northwestern University.

Bloomberg.- Hace apenas cinco meses, Puerto Rico ostentaba el récord mundial Guinness al desfile más largo de autos clásicos: 2.491. Ahora, tras el Huracán María, la celebrada cultura automovilística de la isla ha complicado el esfuerzo por restablecer la vida de los pobladores y la economía del territorio.

Conductores desesperados por conseguir gasolina esperan durante horas en filas que se extienden por media milla o más.

Una en San Juan el viernes pasado se extendía desde el Estadio Sixto Escobar, siguiendo a lo largo de la playa El Escambrón, rodeando un acantilado frente al mar, y pasando El Hamburguer y un Kentucky Fried Chicken antes de llegar a la estación de servicio Shell.

Fue una prueba vívida de que Puerto Rico tiene una de las tasas más altas de propiedad de vehículos en el mundo, gracias a la expansión urbana y a la incapacidad del gobierno de desarrollar un transporte público que la población pueda realmente utilizar para ir a trabajar.

“Es ridículo que haya tantos autos en esta islita”, dijo Lisa Rivera, de 54 años, que trabaja en una compañía dedicada a los programas para bajar de peso de Jenny Craig en Puerto Rico. Habló desde su vehículo utilitario deportivo mientras esperaba en otra cola para cargar nafta.

En busca de gasolina
El gobernador Ricardo Rossello ha tratado de aplacar el pánico al proveer un detalle de las 1.100 estaciones de servicio de la isla que reabrieron. (Al domingo, ascendía al 66%).

Y el viernes, mantenía las expectativas de que llegaran más conductores de camiones a entregar suministros.

“Al recibir más activos, podremos distribuir el combustible en forma más efectiva y eficiente y nuestra expectativa es comenzar a reducir las largas colas”, dijo.

Pero por ahora es un escaso consuelo para los conductores que todavía tienen dificultades para llenar sus tanques.

Todas las personas cuyo empleo no desapareció a causa de María están ansiosas por llegar al trabajo y cobrar para poder reconstruir sus vidas.

Julio Díaz, de 70 años, dijo que llegó desde Toa Baja con su esposa -consumiendo nafta valiosa para hacer un viaje de 18 millas (30 kilómetros)- porque las colas allí eran más largas todavía.

En el auto de atrás, su hija, Zoé Díaz, que usa una silla de ruedas, estaba igualmente desesperada. “Tengo que moverme como pueda”, dijo.

Los Díaz y otros conductores empezaron a formar filas el viernes por la mañana. Finalmente, a eso de las 9:45 horas, pudieron verse camiones de combustibles llenando los surtidores de la estación.

Puerto Rico es un lugar donde el auto es indispensable, y los habitantes están ahora aislados sin tenerlo.

Sin un transporte público extendido, los puertorriqueños han recurrido tradicionalmente a sus vehículos propios, dijo Hani Mahmassani, director del Centro de Transporte de la Northwestern University.

“Es una isla muy dependiente de los autos y las carreteras”, dijo Mahmassani. De un total de 3.4 millones de habitantes, aproximadamente 931.,000 puertorriqueños conducen o comparten un auto para ir al trabajo, según datos del censo estadounidense.

“No hay realmente disponible una alternativa pública”, señala.

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