Sobre su mesa de trabajo ha concebido una apabullante cantidad de circuitos de Fórmula 1. Cuando lo convocan, antes de modelar los primeros rasgos de su obra, su equipo acampa en el territorio para conocer hasta el mínimo detalle.
Fauna y flora, topografía, dirección del viento, carreteras de acceso… El requisito: una visión integral antes de soñar curvas pronunciadas o rectas de salida.
Hermann Tilke ha hecho del diseño de circuitos un modo de vida y de la discreción un aliado. Padre de cada curva y cada recta donde los pilotos ponen en juego su vida, este arquitecto teutón ha creado, al menos, 65 pistas de velocidad.
Y muchas de ellas las ha hecho a solicitud de Bernie Ecclestone (hasta hace poco patrón de la Fórmula 1), quien no deja de maravillarse con sus obras.
Punto de quiebre
La remodelación del trazado de Spielberg (Austria) en 1997 supuso su estreno detrás de los monoplazas. Su amistad con el piloto Alex Wurz lo reinsertó a un universo con el cual había tenido conexión en los 80 (ver otrosí digo).
Así que, cuando le encargaron la obra, la solicitud fue bastante clara: debía tenerla lista en menos de un año… Pero, para sorpresa de casi todos, 270 días después la pista estaba concluida.
Sin embargo, fue la originalidad que imprimió en Sepang (Malasia) la que marcó un antes y un después en la trayectoria del germano.
La obra es ya un símbolo de F1 moderna y del país asiático. Tal vez por la exigencia que supuso su diseño, Tilke decidió mudarse durante varios meses a la zona para así adentrarse en su geografía e historia.
No todos son elogios
Rectas anchas, giros rápidos, profundas escapatorias y seguridad máxima en cada punto definen sus trazados.
Según señalan desde El Mundo, sus circuitos hermanan su clásico toque personal –rectas acabadas en horquillas cerradas– con la tradición arquitectónica de cada país.
“El circuito necesita encontrarse en sintonía con el entorno”, dice sobre lo que es su regla inquebrantable.
Mas no todo son elogios. Sus diseños han generado que algunos pilotos lo ovacionen y otros no. Están los que le reclaman circuitos más divertidos y cualquier cosa que garantice aumentar los niveles de adrenalina.
Sus críticos señalan que prácticamente monopoliza la construcción de los circuitos de la F1. “Los trazados ideados por la misma persona pueden caer en la monotonía en cuanto a su diseño”, sostienen desde portales especializados. Y es que, “detrás de todos ellos, se esconde la misma esencia”, arremeten.
Mientras que otros, con mayor severidad, argumentan que sus circuitos adolecen del encanto que poseen pistas legendarias.
Combinación complicada
No obstante, en una entrevista que concedió recientemente a un medio español, Tilke defiende que prima la seguridad y que las limitaciones son muchas.
“Hay que cumplir con el estricto protocolo de seguridad de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Los pilotos quieren adelantamiento y también reducir riesgos físicos. Hay que combinarlo todo”, dispara.
Y es que, desde la muerte de Ayrton Senna, en Ímola, en 1994, emergió una F1 blindada, con coches y circuitos más seguros. Ecclestone y la FIA comprendieron que no podían arriesgarse o se quedarían sin patrocinadores. Y Tilke entendió que debía respetar una nueva filosofía a la hora de idear trazados.
“La FIA no deja muchas licencias”, reconoce. Los presupuestos también obligan a no hacer muchas correcciones posteriores. Están los circuitos de más de US$ 1,000 mlls y también los de US$ 100 mlls.
“Siempre soy de los primeros en probar mis circuitos. Quiero descubrir la sensación de las rectas y del paso por las curvas”.