El intento de saldar la deuda de sueño de la semana durmiendo a destajo durante el fin de semana, puede tener un alto costo para la salud. Sobre todo si eso implica desplazar en forma importante el horario en que se va a la cama y se despierta.
Resultados preliminares de un estudio presentado ayer en la la XXI Reunión Anual de las Sociedades de Profesionales del Sueño (APSS), en Boston, EE.UU., revelan que acostarse y levantarse los fines de semana mucho más tarde que en la semana se asocia a una salud más débil, mayor alteración en el estado anímico, más somnolencia y fatiga, detalle El Mercurio de Chile.
El fenómeno es parte del llamado jet lag social, término que describe el desfase entre el propio reloj biológico y los horarios que imponen las actividades sociales, ya sea de esparcimiento, trabajo o estudio.
Su manifestación más clara ocurre entre los días de semana -regido por el despertador- y los fines de semana, cuando las personas se acuestan en función de actividades de esparcimiento y despiertan en un horario más cercano al ritmo natural de su organismo.
Terapia preventiva
Tras evaluar a 984 personas de 22 a 60 años, los investigadores del Programa de Investigación en Sueño y Salud de la U. de Arizona concluyeron que por cada hora de jet lag social aumenta en 11% la probabilidad de sufrir un infarto cardíaco.
La relación, sin embargo, no es causa-efecto. Pero es coherente con estudios previos que han detectado que por cada hora de jet lag social aumenta en 33% el riesgo de sobrepeso y obesidad. Asimismo, mientras mayor es el jet lag social, más probable es que la persona fume, beba más alcohol y más café.
A nivel fisiológico, el doctor Mario Muñoz, jefe del servicio de Cardiología del Hospital del Trabajador AChS, señala que “el fenómeno se puede comparar con lo que ocurre con las apneas del sueño: un mal dormir genera alteraciones hormonales y de recuperación que favorecen la hipertensión arterial, arritmias, accidentes cerebrovasculares e infartos al miocardio”.
“Estos resultados indican que un horario de sueño regular podría ser una terapia efectiva, relativamente simple y barata para prevenir enfermedades cardiovasculares y otro tipo de enfermedades”, dijo Sierra Forbush, lider del estudio presentado ayer en Boston.
Cuando se mantuvo el horario de verano, el ausentismo aumento de 16 a 19%”. A la inversa, señala, un estudio de la U. de Minnesota que siguió por tres años a 9 mil escolares mostró que retrasar el ingreso a clases a las 8:30 mejoró el rendimiento académico, redujo los atrasos y el ausentismo, y disminuyeron en 70% los choques protagonizados por adolescentes de 16 a 18 años.