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Diario Expansión
Por estas fechas, las compras del típico dulce italiano navideño, el panettone, inundan de clientes la Pasticceria Marchesi, una cafetería milanesa con 200 años de tradición que este año fue adquirida por Prada, el grupo transalpino de productos de lujo. Aunque los dulces y la moda forman en principio una extraña combinación, la alimentación se ha convertido en el último negocio de las empresas del sector del lujo.
Es probable que las ventas de productos como bolsos y zapatos de cuero hechos en Italia hayan caído debido a la ralentización de la demanda de los compradores chinos y al aumento del ahorro de los consumidores de EEUU y Europa. En cambio, los alimentos italianos más exclusivos son ahora prioritarios para los inversores que quieren apostar por la tendencia global de consumir productos de calidad.
«Estoy convencido de que el lujo y el bienestar irán ampliando sus fronteras», explica Patrizio Bertelli, consejero delegado de Prada. Este ejecutivo tiene planes de abrir las primeras cafeterías Marchesi en Dubai, Hong Kong y Tokio.
Tendencia
Y Bertelli no es el único empresario del sector de la moda de lujo que está apostando por los productos delicatessen. Bernard Arnault, presidente de LVMH, compró la pastelería milanesa Cova el año pasado, y ahora apuesta por el crecimiento del negocio.
Renzo Rosso, fundador de marcas como Diesel y Marni, compró hace poco la cadena italiana de productos orgánicos BioNatura. Por su parte, el diseñador Brunello Cucinelli tiene previsto ampliar la compra de terrenos en el pueblo medieval de Solomeo para dedicarse a la producción de aceite de oliva.
Además, una nueva generación de empresarios del sector del lujo que ahora trabaja en la industria del vino intenta trasladar su experiencia en productos exclusivos y mejorar las ventas de un sector que siempre ha estado por detrás de Francia y California.
Gaetano Marzotto, responsable del clan italiano que desarrolló Valentino y Hugo Boss, administra Ca’ del Bosco, una exclusiva marca de vino exclusiva. Los miembros de la dinastía Ferragamo han creado etiquetas de vino como Il Borro y Castiglion del Bosco, mientras que el fundador de la cadena italiana Calzedonia ha abierto Signorvino, una cadena de tiendas de productos de vino.
Luigi Consiglio, asesor de la mayoría de los grupos de alimentación italianos, asegura que hay paralelismos entre la incipiente industria italiana de la moda en los años ochenta y el actual sector de la alimentación. «No se trata simplemente de vender alimentos; hablamos de vender sueños», asegura Consiglio.
En opinión de Diego Selva, responsable de banca de inversión de Bank of America Merrill Lynch en Milán, el sector italiano de los productos delicatessen comparte similitudes con los productos de lujo como «el atractivo y la exclusividad», aunque se enfrenta a algunos obstáculos como «la gestión de la distribución y la presencia internacional, que están todavía por desarrollarse».
Italia ya cuenta con varios grupos del sector consolidados, como Ferrero, el fabricante de Nutella y el fabricante de pasta Barilla.
No obstante, la nueva oleada de inversores en empresas italianas de productos de alimentación apuesta por la biodiversidad de Italia, por sus cualidades artesanales y la gran variedad de su cocina.
El país cuenta con 266 productos con denominación de origen, como el pesto de Liguria, una cifra que supera a la de Francia, su mayor competidor en la materia, que tiene 216 productos con denominación de origen.