(Bloomberg).- No se sabe muy bien cómo nació la idea en Estados Unidos de que nadie debería usar ropa blanca antes del Memorial Day, o el Día de los Caídos. Podría ser una mala interpretación de lo que Miss Manners, en 1990, llamó “el edicto de los Zapatos Blancos”, que estipula que la única época correcta para usar calzado blanco es el verano.

La regla del zapato podría haber tenido sentido en aquel momento, pero en el 2017 se desmorona bajo el peso de mil millones de pares de zapatillas deportivas.

Cuando se trata de ciertos productos básicos, como las camisetas, las camisas y los dientes, el blanco nunca es controvertido en ninguna época del año, como señala nuevamente Miss Manners, periodista especializada en etiqueta.

Pero ya nada está totalmente prohibido: las normas se han debilitado tanto que la corrección apenas figura como concepto. Aun cuando hubiese un libro de reglas de moda que el común de la gente pudiera aceptar como autorizado, tendríamos que enmendar la llamada regla del Día de los Caídos teniendo en cuenta el cambio climático.

El blanco simboliza la pureza, pero nadie lo llamaría recatado cuando es el color de unos pantalones. En cambio, evoca la extravagante jactancia de los pantalones que se usan junto al mar, tal vez con un canotier. O el garbo de Nueva Inglaterra de John F. Kennedy en un velero, tal vez con audaces calcetines azules o un suéter de verano estilo marinero. Llevados con una chaqueta de tipo militar, los pantalones blancos pueden darle el glamour subtropical de un personaje de Graham Greene.

Pero los pantalones blancos son a menudo motivo de angustia entre quienes gustan de usarlos. A veces la angustia proviene simplemente de ser testigos de ellos: estos pantalones vaqueros blancos rasgados de US$ 1,000 de la marca Fear of God muestran el estado general de las cosas: muchos, muchos modistos nos piden que gastemos dinero en pantalones sin preocuparse ni por un segundo si los bolsillos son visibles –cosa que claramente son en esta foto de producto. Este tipo de verdad en la publicidad complica el significado de la “transparencia”.

El dilema de la transparencia
Todo esto nos lleva al problema central de la compra de pantalones blancos: ubicar un par que sea razonablemente opaco. Esto no sólo pasa por conseguir aquello por lo que se paga. El problema puede manifestarse incluso con los pantalones confeccionados con gran cuidado y gasto por los nombres más respetados en ropa para hombres.

La única solución segura es que estén forrados. Me acordé de esto hace unos días, en el vestidor de Bergdorf Goodman, mientras rechazaba tres pares de pantalones vaqueros blancos semi-transparentes de marcas reconocidas. La asistente de ventas se compadeció. “Hace tres años, encontré un buen par de vaqueros blancos de Seven [for all Mankind]”, dijo. “Eran lo suficientemente delgados para ser frescos, pero no tan delgados como para ser transparentes.”

Hablé de todas estas cuestiones con Edoardo Fassino, que es director creativo y máximo ejecutivo de PT Pantaloni Torino, que diseña pantalones, y sólo pantalones, con rigurosa atención al detalle. Fassino dijo que los pantalones blancos de la compañía se venden bien, especialmente en Japón, donde a menudo se combinan con blazers azules.

La clave, dijo, para confeccionar unos buenos pantalones blancos es saber que “la elección de la tela está relacionada con el calce que se quiere lograr”, por ejemplo, un corte más angosto requiere una tela más gruesa. En el caso de PT, esto podría llevarlo al campo del piqué de algodón.

En otros lugares, usted podría acabar estudiando mezclas pesadas de algodón y lino o conversando con su sastre sobre la versatilidad de la franela blanca de invierno. También podría decidir que está dispuesto a conformarse con una leve transparencia para lucir como desea cuando pide prestada la casa de veraneo alquilada de otra persona. Si los chicos de Canali no pierden el sueño por esto, ¿debería perderlo usted?

Por Troy Patterson