Raúl Castro Pereyra
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El sábado, cuando Holanda salió a enfrentar a Costa Rica, el valor del delantero Robin Van Persie, era superior al de toda la selección rival: US$ 53 millones versus los US$ 39.2 millones de los 23 integrantes del conjunto centroamericano. Pero en el fútbol, las diferencias no son pautas y el partido fue una muestra.
Van Persie parece un modelo. Mide 1.88 centímetros y pesa 80 kilos. No solo parece un modelo, sino que lo es para Pepsi, los audífonos Beats, Nike y BT Sports. Cada año, sus ingresos superan los US$ 20 millones. En este aspecto también es una máquina.
Robin es uno de los más caros de la llamada “Naranja Mecánica”, uno de los mejor pagados de su club, el Manchester United, con US$ 1.1 millones al mes y, obviamente, de toda la liga inglesa.
El delantero le marcó un espectacular y acrobático gol de cabeza a España, en el que se lanza por los aires en un extraño desafío a la lógica. Sin saberlo, su gol ahora está entre los mejores del torneo y hasta ha provocado una revolución en las redes. Su anotación generó más de 8.5 millones de tuits. Días después, su abuelo de 93 años se tomó una foto tendido sobre la alfombra de su casa. Esa imagen se ha convertido en una tendencia por los medios sociales de toda Holanda.
Adivinos y artistas
Van Persie es un “9” feroz, en una selección de estrellas que busca su cuarta final de un Mundial pero su primera Copa en la historia. Hay en los ojos de sus jugadores una suerte de revancha contra el destino. Es como si quisieran acabar con la mala suerte. Quizá Robin y sus compañeros lo logren. Aunque ni las apuestas ni los adivinos los tienen de favoritos.
Hace 25 años, el padre de Van Persie, llamado Bob, visitó a un adivino. Era su segunda cita. Años antes le anunció que tendría tres hijos: dos mujeres y un hombre. Y así sucedió.
Cuando se volvieron a encontrar, el vidente le ‘predijo’ que a su hijo le iría mal en la escuela (otra vez no erró), pero que sería un gran futbolista. “Rico y famoso”, además. Bob no lo podía creer ni admitir. Él es escultor y su esposa pintora, y esperaba que el camino de Robin fuese otro: el del arte.
El delantero de la selección naranja no quiso transitar ese camino, su talento era otro. Ha dicho que su creatividad está, pero en la cancha. Sus goles parecen ser esa evidencia. “Creo que existe una conexión creativa con mis padres. Es difícil de explicar con palabras, pero creo que en el fútbol es donde mi creatividad sale a la luz”, explicó Van Persie en una entrevista.
Soy futbolista
A los 17 años, Robin Van Persie debutó con el Feyenoord, uno de los grandes conjuntos de Holanda. Al cumplir los 20, viajó a Inglaterra para enrolarse en el Arsenal.
Cuando llegó a Londres para jugar en el Arsenal, Van Persie sabía que era una apuesta de un grande, pues debía ser el sucesor de esa pareja letal de delanteros que fueron el francés Thierry Henry y el holandés Dennis Bergkamp. Cuando ambos dejaron el club, Robin se convirtió en el goleador e ídolo del club. Allí jugó ocho años y marcó 132 goles. La lista de equipos que lo tentaban era larga y los acercamientos venían sobre todo de España e Italia.
Pero en un hecho extraño, Van Persie se fue al Manchester United, que pagó cerca de US$ 40 millones por su pase. El delantero se los devolvió con goles: 26 para salir campeones en el 2012 y para convertirse en el máximo anotador de la liga. Ese año regresó a Londres para jugar contra su exequipo y se quedó conversando con algunos extrabajadores del club, luego se dirigió a los camerinos. Casi ingresa a los del Arsenal. Esa fue la consecuencia.
Van Persie no ha hecho promesas y nunca se atreve a dar el resultado de un partido de este Mundial y de ningún torneo que juega. Su cábala es una incógnita, pero su sueño de ser campeón es público.