A menudo los megaeventos deportivos generan que ciudades del mundo se lancen a intensas candidaturas, bajo las que plantean estadios gigantescos, infraestructura vial optimizada y otras reformas, con tal de conseguir el título de sede.
El entusiasmo es escaso, no obstante, con Juegos Olímpicos de Invierno 2022. Los US$ 51 mil millones que desembolsó Rusia para albergarlos en Sochi en 2014 causaron un escalofriante efecto en los deseos de otras naciones de alojar la competición.
Fueron seis ciudades las que renunciaron a sus candidaturas ya sea porque carecían de apoyo popular o político para usar los fondos públicos en financiar los Juegos. Oslo fue la última en retirarse.
Según los desertores, el exorbitante gasto ruso motivó su renuncia. Solo un proyecto de tren y autopista costó US$ 8.7 mil millones. Eso supera a lo que se destinó a los *Juegos Olímpicos de Vancouve*r. Otra razón responde a que, pese a su enorme inversión, Rusia solo ingresó US$ 410 millones por Sochi.
Ahora Pekín (China) y Almaty (Kazajistán) quedan como únicos contendientes. Pero ninguno es ideal. Si bien el informe del Comité Olímpico Internacional (COI) sobre ambas ofertas no es 100% desalentador, expone numerosos obstáculos.
Mientras que en Pekín los ciudadanos no albergan afición por los deportes de invierno, en Almaty los espectadores deberán enfrentarse a una oferta hotelera limitada. No obstante, Pekín sería el favorito de la COI, pero tiene una traba importante: no hay nieve.
Riesgos
Contrariamente a Oslo, Pekín no cuenta con nieve en los lugares de montaña, y hacerlo de modo artificial demandaría tanta agua que podría afectar los recursos hídricos de la zona. No queda ahí. El terreno propuesto para el esquí alpino está al lado de una reserva natural. Se trataría, en suma, de un evento disperso, por la lejanía de los espacios.
En contraparte, la pista de deslizamiento de Almaty estaría prevista solo para 16 meses antes de los Juegos, lo que dificultaría su puesta a punto. Los precios de petróleo y las cuestiones relativas al tipo de cambio afectarían la capacidad del gobierno de Kazajistán de disponer de US$ 1 mil millones para el evento.
Por eso, el COI consideró que el presupuesto operativo de US$ 1.752 millones de Almaty presenta riesgos, fuera del de infraestructura que asciende a US$ 1.853 millones. Por el contrario, elogió a Pekín que deberá perseguir una “disciplina financiera” para ajustarse a su estimado de US$ 1.558 millones, al margen de su presupuesto en infraestructura de US$ 1.511 millones.
EN CORTO
Táctica. El COI reconoció que la inversión rusa en 2014 fue demasiado alta. De ahí su decisión de facilitar US$ 880 millones a la ciudad organizadora. Según Business Insider, ese monto no es significativo frente a los US$ 5 mil millones que le habría costado a Oslo (Noruega) una eventual condición de sede.