Está esperando una cita. Se mentaliza, elige cuidadosamente la ropa, cuida su aspecto e investiga todo lo que puede sobre la otra persona. En realidad no estamos hablando de una cita normal, sino de una cita con un futuro cliente.
Les sonará extraño que hablemos de nuevos clientes como si fuesen relaciones sentimentales, pero en muchos casos el trato con clientes es parecido.
1. Todos mentimos en nuestros perfiles amorosos
Y más cuando son online. Es cierto que en persona, cuando conocemos a alguien, tendemos a menguar nuestros defectos y ensalzar nuestras virtudes para intentar agradar a la otra persona, pero cuando hablamos de nuestros perfiles en páginas de relaciones personales, esto se acentúa mucho más.
En las relaciones entre clientes y ejecutivos, el briefing del anunciante suele ser su perfil, un perfil en el que hablan de lo buenos que son y lo bien que hacen su trabajo. Y, a pesar de que estos datos sean más o menos verídicos, lo que tenemos que decidir, como si acabásemos de conocer a un chico o a una chica es decidir si queremos seguir o dejar la relación.
2. La primera cita
Ya sabemos más o menos cómo es nuestro posible cliente, ahora tenemos que conocerle mejor, y en persona.
Ahí es donde surge la química. Hay que saber con quién vamos a hablar y tener en cuenta que, aunque a las dos partes les interese una relación, si entre los encargados de establecer los contactos no surge la chispa, es muy difícil que esta relación se consolide.
Por el contrario, si las dos personas encargadas de representar a su empresa se llevan bien, puede que esta relación, por el simple hecho de estar a gusto con el otro, llegue muy lejos.
3. Empieza el noviazgo
Nadie (o casi nadie) se va a vivir con la otra persona después de quedar un par de días juntos, por muy bien que hayan ido esas dos citas.
Además, podemos pensar que no tenemos que involucrarnos mucho en la relación si creemos que podemos encontrar algo mejor en ese gran océano lleno de peces.
También tenemos que tener en cuenta con cuánta gente ha estado antes. No es broma: saber con cuántas empresas ha trabajado antes es importante para saber hasta qué punto se va a involucrar en una relación empresarial.
Es cierto que en la situación actual todas las empresas quieren ganar el máximo de dinero en el menor tiempo posible, pero las relaciones duraderas son muy importantes para generar vínculos y mejores trabajos.
4. Hacer que dure la magia
No hay que estancarse. Si llegamos a casa todos los días y besamos a nuestra pareja, seguro que llevarle unas flores de vez en cuando le hará mucha ilusión.
Debemos ofrecer a nuestros clientes siempre algo nuevo, algo sorprendente e interesante y que les haga reflexionar sobre por qué trabaja con nosotros: si lo que le ofrecemos le convence pero, además, nos esforzamos en que la relación siga adelante y mejore con el paso del tiempo, seguro que seguirá con nosotros en vez de buscar el amor en otro sitio.
5. Pero ¿y si nos ha engañado con otra/o?
Es normal que las empresas tanteen el terreno hablando con terceras partes a nuestras espaldas para ver qué les ofrecen.
Para saber qué puede pasar, debemos tener buena comunicación con la otra empresa para conocer de primera mano qué espera, qué necesita y entender si va a buscar algo diferente en otra agencia o si se plantea hacerlo en un futuro cercano.
6. El momento de la ruptura
Bueno, tampoco es para tanto. Es algo que saben las empresas: los clientes no duran para siempre, pero igual que se fueron, otros vendrán.
Además, los viejos amores siempre vuelven, así que haga bien su trabajo mientras dure que, aunque se acabe el amor entre las dos partes, puede que, en un futuro, sus caminos vuelvan a cruzarse.