Uno de los principales problemas al enfrentar un mundo volátil y con cambios frecuentes en el entorno financiero y económico es que las personas seguimos procesos lentos e ineficientes para cambiar de opinión o de perspectiva sobre el entorno.
Ello afecta a todos, incluyendo a los expertos. Recientemente, diferentes noticias sobre la evolución del entorno económico y financiero nos permiten observar cómo expertos cambian de opinión. Hasta hace semanas, para muchos era claro que la recuperación económica en Estados Unidos era sostenida y que ello determinaría el movimiento de tasas de interés y el crecimiento de sectores en México vinculados a la economía del país vecino del norte.
Pero los —aparentemente— nuevos indicadores menos favorables de Estados Unidos hacen dudar a los expertos, quienes cambian en algunos casos su expectativa mostrada apenas hace algunas semanas.
En el reciente estudio “How do experts update beliefs?”, el investigador Michael Sinkey presenta los resultados de una investigación para determinar cómo es el proceso por el cual los expertos incorporan nueva información y cambian su conjunto de creencias.
Se utilizaron expertos deportivos para analizar sus predicciones y cómo incorporaban nueva información sobre el desempeño de diferentes equipos.
Los sesgos de los expertos
El estudio muestra que los expertos —y en esto son iguales los deportivos o los financieros— tienen dificultad en momentos de cambio para reorganizar su sistema de creencias, que es la base de recomendaciones y análisis. Ello se debe, entre otros aspectos, a dos sesgos.
El primero se refiere al retardo en captar las nuevas señales del entorno; los expertos presentan dificultades para identificar la nueva información que muestra un cambio significativo respecto de su marco de referencia previo. Por ello, el tiempo que pasa entreel momento que empiezan a recibir nueva información —que debería obligarlos a cambiar su sistema de creencias— y que efectivamente cambian su percepción, es muy largo, lo que lleva a que en ese lapso sus análisis no estén adecuadamente sustentados.
El segundo elemento identificado en el estudio es el sesgo de confirmación. Éste hace referencia a que las personas (expertos incluidos), al recibir nueva información, tendemos a privilegiar aquélla que confirma lo que ya creemos, descartando en principio lo que contradiga nuestro conjunto de creencias iniciales.
En temas financieros, por ejemplo, para muchos expertos la tendencia de recuperación económica en Estados Unidos era ya clara y constante. Diversos signos iniciales que aparecieron fueron descartados y pasó tanto tiempo para que fueran incorporados, que ahora que es evidente que la tendencia de recuperación está desacelerando, apenas se empieza a mostrar un cambio en la visión de algunos expertos. Esta demora en incorporar nueva información, sumada a la descalificación previa de información que desde hace tiempo mostraba debilidad en la recuperación, llevó a muchos análisis equivocados de fondo o por lo menos en la temporalidad de las expectativas financieras y económicas futuras.
En momentos como los que enfrentamos se presenta para los ahorradores e inversionistas un reto importante: evidentemente debemos reconocer que los expertos y asesores tienen información y conocimiento más amplios que la mayoría de nosotros, pero ello no implica que no debamos cuestionar y pedir información detallada sobre cualquier duda existente cuando recibamos alguna asesoría financiera.
Ello exige involucrarnos más en el análisis de la asesoría que se nos presente, para mejorar las probabilidades de que ésta efectivamente esté en el mejor interés de nuestras finanzas.
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