Algunas de las recomendaciones más frecuentes en relación con el ahorro se refieren a la necesidad de establecer metas concretas y que éstas sean claras y acordes con las capacidades reales de las personas.
Sin embargo, tratándose del ahorro, son varios los temas sobre los cuales los especialistas insisten en la necesidad de realizarlo. Si pensamos, por ejemplo, en una familia de nivel medio, encontraríamos que se le recomienda ahorrar con relación a varios temas:
El retiro (ante la realidad de que los esquemas actuales de ahorro obligatorio no son de la magnitud necesaria).
El ahorro destinado a la adquisición de un bien inmueble (ahorrar para aportar un enganche y complementar con un crédito hipotecario).
Tratándose de familias con hijos pequeños, el ahorro orientado a contar con recursos para sufragar en el futuro los costos de la educación superior.
La necesidad de contar con un fondo de contingencia, equivalente por lo menos a tres meses de ingreso, para enfrentar contingencias de corto plazo.
Todos son evidentemente necesarios y relevantes, pero ¿son afrontables de manera simultánea?
El que mucho abarca
De acuerdo con el estudio “The Fewer the Better: Number of Goals and Savings Behavior”, de los investigadores Dilip Soman y Min Zhao, el establecimiento de muchas metas simultáneas puede representar en si mismo un severo obstáculo para alcanzarlas.
Los investigadores realizaron diversos estudios que concluyen que enfrentar una sola meta tiene mejores resultados de ahorro que cuando se enfrentan en simultáneo diversas metas de ahorro.
Una sola meta está asociada con tasas mayores de implementación efectiva de acciones relativas al ahorro que contribuyen a su cumplimiento.
Cabe destacar que no se trata sólo del hecho de que alcanzar una meta específica puede ser más viable, considerando las restricciones de presupuesto e ingreso de las familias. Está fundamentalmente relacionado con el hecho de que la intención y la fuerza de voluntad asociadas a mantenerla es más controlable y sostenible cuando se trata de una sola meta.
Pero, ¿qué hacer cuando, en efecto, una familia enfrenta necesidades de ahorro diferenciadas como las arriba mencionadas?
Lo ideal es establecer metas y objetivos escalonados y sucesivos que pudieran incluso presentar pequeños traslapes en el tiempo —siempre y cuando no interfieran con la voluntad de implementación de las acciones entre cada tipo de ahorro.
De esta manera, el ahorro de corto plazo para contingencias debería ser constituido al inicio de la vida laboral y actualizado periódicamente conforme aumentan los ingresos.
Por su parte, el ahorro para tener los recursos para el enganche de un crédito inmobiliario debería aparecer en los primeros momentos de la vida productiva de las personas, incluso antes de que se forme (si es que ésa es la decisión) una familia.
En tanto, el ahorro para apoyar la educación de los hijos debería ser construido en las etapas iniciales de la formación de una familia, cuando los hijos son pequeños, porque es posible tener márgenes de ahorro, dado que los gastos asociados son menores a cuando los hijos son muy pequeños. A ello contribuye la dinámica demográfica que lleva a postergar más años a las familias para tener su primer hijo.
El ahorro para el retiro debe ser iniciado máximo antes de que se alcancen edades mayores a los 40 años.
Ello daría un margen (apretado, pero importante) de aproximadamente 25 años de constitución de ahorro para complementar el apoyar el ahorro obligatorio.
Idealmente, todos debemos ahorrar para todos los propósitos de manera simultánea.
Sin embargo, la realidad es que nuestra capacidad, nuestra fuerza voluntad y las condiciones financieras personales son limitantes importantes para hacerlo.
Afrontar las metas una por una, con voluntad y acciones concretas para cumplirlas, es la mejor vía para concretar ahorros específicos que den solidez patrimonial y seguridad financiera futura a las familias.
Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
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