(Bloomberg).- El divorcio en Estados Unidos aumentó en la década de los años 70 y 80 cuando la generación de la posguerra, conocida como “baby boom” en inglés, alcanzó la edad adulta. Y ahora que están jubilándose, siguen separándose, y esto está teniendo un efecto desproporcionado en las mujeres.
A pesar de que las tasas de divorcio entre los estadounidenses más jóvenes han caído, los matrimonios que fracasan entre las personas mayores de 50 años se duplicaron desde 1990 hasta el 2010, según el Centro Nacional para el análisis de la Familia y el Matrimonio de la Universidad Estatal de Bowling Green. Como resultado, el peligro en general de divorciarse en Estados Unidos se ha mantenido constante: alrededor de la mitad de los matrimonios fracasará.
Resulta que esto podría ser parte de la razón por la cual uno de cada cinco estadounidenses mayores de 65 años está trabajando, el doble que en la década de los 80 y la mayor tasa desde la creación de Medicare. A diferencia de los divorcios en edades más tempranas, las rupturas tardías tienen un enorme impacto en las finanzas individuales, que a menudo obliga a la gente a retrasar la jubilación.
Una nueva investigación sugiere que este aumento del estrés monetario también desempeña un papel enorme en hacer volver a las mujeres mayores al trabajo.
De acuerdo con un estudio realizado por las economistas Claudia Olivetti de la Universidad de Boston y Dana Rotz de Mathematica Policy Research, cuánto más tarde se divorcia una mujer, más probable es que tenga que trabajar a jornada completa en etapas avanzadas de vida. Utilizando los datos de una encuesta entre casi 56,000 mujeres, encontraron que, en comparación con las mujeres que se divorciaron antes de los 30, las mujeres de 50 años o más que se divorciaron tenían alrededor de 10 puntos porcentuales más de probabilidades de estar trabajando a tiempo completo entre los 50 y los 74 años.
“El divorcio tardío tiene consecuencias a largo plazo para el matrimonio, el trabajo y las decisiones de jubilación de las mujeres mayores”, escribieron Olivetti y Roth.
Las mujeres nacidas en la década de los 50 tienen 19 puntos más de probabilidades de estar trabajando a tiempo completo cuando tienen 50 años o más en comparación con las mujeres nacidas en la década de los años 20, controlando por factores tales como la raza y la educación.
Olivetti y Rotz calculan que el 11% de esta diferencia se explica por los cambios en el estado civil.
El costo financiero de un divorcio es mayor que los honorarios legales y los costos judiciales. También significa dividir los activos en dos, y un aumento al doble en los costos: hay que mantener dos casas, dos alquileres, dos facturas de electricidad, y así sucesivamente. Cuando las mujeres con niños se divorcian, a menudo ceden los activos de jubilación para quedarse con la casa familiar.
Pero los planificadores financieros advierten que esto puede ser un gran error. Incluso aunque sean capaces de pagar los gastos de mantenimiento del hogar, estas mujeres pueden terminar muy rezagadas con respecto a sus ahorros de jubilación.
Como resultado de esta dinámica, las personas divorciadas son mucho más propensas a ser pobres cuando tienen 60, 70, y más años. Investigaciones anteriores del Centro Nacional para el análisis de la Familia y el Matrimonio demostraron que la tasa de pobreza es muy baja entre los estadounidenses casados de más de 62 años que nunca se divorció: sólo el 3.4% de este grupo es pobre. Mientras tanto, el 16% de las personas divorciadas antes de los 50 años son pobres y el 19% de las personas que se divorciaron después de los 50 son pobres.
Una razón de esta disparidad es la Seguridad Social. Las personas casadas que nunca se han divorciado reciben una media de US$ 22,607 al año del programa federal de jubilación, mientras que los divorciados después de los 50 califican para una media de US$ 12,092. Además, las mujeres tienden a terminar peor que los hombres después de un divorcio tardío. La tasa de pobreza para los hombres divorciados después de los 50 es del 11.4%, mientras que casi del 27% de las mujeres divorciadas después de los 50 son pobres.
Una forma de salir de este tipo de circunstancias económicas extremas puede ser la de volver a casarse. Para las personas que se divorcian después de los 50 y luego se vuelven a casar, la tasa de pobreza es de sólo un 3.3%. Por supuesto, es menos probable que el segundo y tercer matrimonio dure. Así que quienes se vuelven a casar corren el riesgo de acabar divorciados otra vez y a una edad mayor.