Los efectos de las malas noticias en nuestras decisiones económicas

Especial TU DINERO. Hay elementos subjetivos de nuestro entorno que alteran nuestra percepción y por consecuencia influyen en nuestras acciones.

Es un hecho comprobado, pero además cotidianamente experimentado, que nuestro estado de ánimo determina y da forma a nuestras decisiones. Y nuestro estado de ánimo puede ser determinado no sólo por condiciones específicas de nuestra vida, sino también por condiciones objetivas o subjetivas del entorno, que alteran nuestra percepción del presente y particularmente del futuro.

Nuestras decisiones cotidianas —entre las que se incluyen las financieras— son en ese sentido afectadas por condiciones de muy diversa índole. Existe por ejemplo evidencia, en investigaciones realizadas por David Hirshleifer y Tyler Shumway, que muestra una importante correlación entre los resultados diarios de los índices de las bolsas de Valores (en 26 países en un periodo que va desde 1982 hasta 1997) y la presencia de mañanas soleadas.

Las conclusiones iniciales de esta investigación, publicada en The Journal of Finance en el 2003, parecen apuntar a que los días soleados provocan en los inversionistas un ánimo de optimismo que se refleja en sus transacciones bursátiles y, aunque evidentemente esta conclusión no puede ser llevada al extremo de utilizarse como estrategia de inversión, sí es una muestra de la forma en que hay elementos subjetivos de nuestro entorno que alteran nuestra percepción y por consecuencia influyen en nuestras acciones.

En otro estudio conducido por Tversky (uno de los fundadores del economía conductual) y Johnson, se crearon dos grupos y se les hizo leer distintas noticias. A un grupo se le enseñaron las noticias con una perspectiva negativa y a otro grupo con una perspectiva neutra; después de ello se les hicieron preguntas concretas que requerían que hicieran estimaciones numéricas de las noticias. Al final, el resultado fue que las personas que habían estado leyendo noticias con enfoque negativo presentaron una perspectiva sensiblemente más pesimista que el otro grupo.

Existe evidencia de que en las sociedades que presentan desconfianza en sus instituciones, se tiende a extrapolar esa desconfianza a las instituciones financieras, con lo que se disminuye su utilización como mecanismos de planeación patrimonial de largo plazo.

Como sociedad enfrentamos complejos problemas que también como sociedad y de manera activa debemos resolver o demandar que se atiendan (sin caer en la frecuente tentación de pensar que pueden ser mágica, rápida y voluntariosamente solucionados por una o varias personas); en lo personal, sin embargo, es fundamental que evitemos caer en una condición de inmovilidad -producto del desánimo generado en el entorno- que limite nuestra capacidad de activamente tomar las decisiones que mejoren nuestras perspectivas económicas futuras.

Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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