El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
Ello ocurre en todas las actividades en las que tratamos de modificar nuestra conducta y crear mejores hábitos. Ya sean decisiones de ponerse a dieta, dejar de fumar o ahorrar, subyace la noción de ejercer control sobre los impulsos que nos llevan a adoptar conductas que nos perjudican.
Por ello, la mayoría de los modelos de planeación financiera parten de la necesidad de ejercer mecanismos autocontrol sobre los impulsos que nos llevan a tomar decisiones de gasto o ahorro que son contrarias a nuestra estabilidad financiera.
Pero todos quienes en algún momento han intentado dejar de fumar, ponerse dieta o empezar a planificar sus finanzas personales, saben que la probabilidad de que en algún momento incumplan sus objetivos es sumamente elevada.
De ahí que una parte importante de cómo planifiquemos no debe partir de que no fallaremos, sino de analizar cómo actuaremos cuando lo hagamos y más puntualmente, de cómo podemos reponernos frente a esos fracasos de nuestra voluntad.
En el artículo titulado “El comportamiento después de una falla inicial de autocontrol”, publicado en el journal de investigación de marketing por Zemack-Rugar, Corus y Brinberg; los autores desarrollaron (a partir de medir conductas relacionadas con comer, gastar y el manejo de endeudamiento) una “Escala de respuesta al fracaso” para medir el comportamiento después de que se falla en cumplir una conducta objetivo.
El estudio encontró que existen dos tipos/factores de conducta que determinan la forma en la que respondemos frente al fracaso en nuestra capacidad de autocontrol.
El primer factor, que denominan “Tendencia hacia una falla adicional”, se refiere a la proclividad que manifestamos cuando, frente a un incumplimiento de nuestros objetivos, conductualmente nos concedemos el permiso de seguir violando la norma que nos planteamos.
Piense por ejemplo en el caso de una persona que se pone a dieta y que habiéndola roto durante la comida, en la noche se concede la libertad de volver a romper la dieta dado que ya falló.
En términos financieros, el ejemplo sería una persona que habiendo establecido un objetivo de limitar su uso de la tarjeta de crédito, realiza una compra no programada y esa conducta le lleva a romper su objetivo nuevamente ante una resignación por su falta de autocontrol.
El segundo factor opuesto al anterior, se refiere a las personas que, ante un fracaso inicial, tienen una respuesta de “Tendencia hacia la reforma”, y utilizan el fracaso como un acicate para reafirmar su voluntad de cambiar y recuperar el autocontrol.
Es el caso de una persona que habiendo faltado a su régimen alimenticio en la comida, durante la noche aplica estrictamente el régimen que había planeado o, en términos financieros, la persona que habiendo fallado el mes previo en su meta de ahorro, en la nueva oportunidad cumple estrictamente su objetivo.
Los fracasos pueden generar hábitos favorables
Las personas podemos reaccionar de dos maneras ante nuestros fallos en nuestra planeación financiera: Podemos verlos como una confirmación y resignación ante las inevitables debilidades de nuestra conducta, o como momentos de debilidad que con tenacidad podemos a la larga —y en el promedio de nuestros actos cotidianos— superar.
La forma en la que respondamos ante nuestros momentos de debilidad, determinará la capacidad que tengamos para que —en el largo plazo y en el promedio de nuestra conducta financiera— prevalezcan los hábitos favorables que le den estabilidad a nuestra vida futura.
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