En escenarios de turbulencia económica, el arte es uno de los refugios predilectos de los inversionistas, y particularmente las antigüedades pueden ser una opción para aquellos con poca tolerancia al riesgo.
Cuando hablamos de activos que funcionen como un refugio para los inversionistas en turbulentos escenarios financieros, las obras de arte suelen ser vistas como uno de los más atractivos, por su estabilidad e independencia del mercado bursátil, dado que el valor de una pieza está asegurado sin importar qué tan negro pinte un inicio de semana para las bolsas en el mundo.
Por ello, el mercado del arte ha sido visto como uno de los más aptos para inversionistas conservadores, por la estabilidad de sus activos, y en este sentido, las antigüedades cobran una especial relevancia para aquellos que, independientemente de la volatilidad del entorno financiero, buscan hacerse con un patrimonio que ofrezca rendimientos con cierta garantía y bajos riesgos.
“Sin lugar a duda es una inversión recomendable para el inversionista más conservador. El mercado de antigüedades es un mercado estable en cuanto al precio de las piezas. El inversionista más arriesgado se interesará en adquirir obras de artistas emergentes, ya que el precio en mercado de sus obras tiende a revalorizarse. Por lo tanto, en un breve periodo, una obra de este tipo puede doblar o triplicar el precio por el que se adquirió; sin embargo, también puede ocurrir lo contrario. Con las antigüedades esto no sucede”, comenta al respecto Carmen Reviriego, presidenta de Wealth Advisory Services, compañía asesora en coleccionismo e inversión en arte.
En cuanto a la variación del precio de las antigüedades, añade la también autora de El laberinto del arte, el factor más importante será el del nivel de investigación. “Si se realiza un estudio a profundidad de la pieza, de su cronología, procedencia e importancia histórica, esto afectara directamente el valor de la misma”, puntualiza.
En este sentido, Pilar Alfonso, gerente del Departamento de Arte Moderno y Contemporáneo de Morton Casa de Subastas, refiere que otros factores decisivos en el precio de un objetos son el artista que elaboró la pieza, así como las características que tiene intrínsecamente; es decir, si ésta es representativa o excepcional, su procedencia, si ha formado parte de una colección, se ha exhibido en algún museo o catálogo. “Es una interesante manera de diversificar su portafolio con el beneficio de la tangibilidad, es decir, tener la pieza física en su casa”, añade.
“En el caso de los viejos maestros, solamente la rareza de la pieza tiene que ver con el precio que llega a alcanzar. Cuando están en museos o colecciones privadas y llegan a salir, es una gran noticia. El precio se basa en la rareza de las piezas y la procedencia”, refiere por su parte Carlos Millán, gerente del Departamento de Antigüedades de Morton Casa de Subastas.
Primero la pasión y luego la adquisición (asesorada)
De una muestra de profesionales en la adquisición de obras de arte, al ser cuestionados por sus motivaciones a la hora de comprar este tipo de piezas, las que más sobresalen son el significado emocional (65% de los encuestados) y el valor social (72%) de las obras, según el estudio Art & Finance Report 2014 de la consultora Deloitte y ArtTactic.
El tema del gusto no es menor, ya que ésta debe ser una de las primeras características de alguien que busca invertir en antigüedades, siempre de la mano de un especialista, refiere Millán.
“En antigüedades se maneja un abanico muy grande de piezas, desde porcelana y escultura hasta la pintura, entonces es importante ver cuál de esa gama de piezas es la que más le atrae para empezar una colección”, añade.
Si bien al hablar de antigüedades —en un sentido estricto—se abarcan los objetos que datan de un periodo que va desde el neolítico hasta el 1000 d.C. (tal como refiere Reviriego), existen objetos más recientes cuyos precios ofrecen una mayor diversidad para introducirse de manera paulatina a este mercado.
“Puede invertir en una pieza de porcelana desde 3,000 pesos hasta en el (Miguel) Cabrera, de 500,000, entonces es un abanico muy amplio, y como hay muchos materiales, puede iniciar su colección en objetos de porcelana, bronce, etcétera; no es algo fijo”, detalla el directivo de Morton.
Una manera de hacerse con una obra es a través de subastas, un evento público cada vez más accesible por la gama de precios y objetos que se ofrecen, las cuales últimamente han sido del interés de gente joven más allá del perfil de la persona mayor, añade por su parte Duarte.
Cuidado con el mercado ilícito
Las antigüedades se engloban dentro de un mercado mucho más complejo que cualquier otra expresión artística; por ello, a la hora de invertir, el tema de la legitimidad es una de las mayores diferencias, destaca Reviriego. “Existe un gran número de falsificaciones, y del mismo modo muchas de las piezas que salen al mercado no tienen una procedencia clara o proceden de excavaciones ilegales”.
A la hora de invertir es muy importante tener este factor en cuenta, advierten los especialistas, ya que es un mercado muy delicado en el que incluso algunas de las grandes casas de subastas han tenido problemas al sacar a la venta piezas sin una procedencia legítima, detalla la presidenta de Wealth Advisory Services.
Según el reporte “The Investment Potential of Antiquities”, del Centro de Arqueología de la Universidad de Stanford, existe una tendencia en la que los objetos cuya procedencia es clara y transparente suelen valer más que aquellos de un origen sospechoso, el cual en varias ocasiones es ilícito.
Por ello, Reviriego recomienda para el coleccionista que desee adentrarse en invertir en arte antiguo y antigüedades apostar siempre por comprar y vender a través de dealers y casas de subasta de prestigio y confianza.
De la misma manera, la especialista añadió que “hay que estar muy atento de que la pieza en que está interesado en adquirir tenga una procedencia clara y documentada, con todos los certificados en regla, ya que es un mercado donde las falsificaciones, las excavaciones y el tráfico ilegales están muy presentes”.
Diario El Economista de México
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