Si realizáramos una encuesta que incluyera esta pregunta, seguramente la mayor parte de las personas respondería: gastarlo. Quizá algunas mencionarían ahorrarlo, otras ganarlo y unas pocas invertirlo.
El presente artículo comparte los planteamientos de David Isaacs y Ma. Luisa Abril en su libro Familias contra corriente, así como las reflexiones de Textos sobre la educación en familia de César Reyes.
La educación financiera empieza en la familia y los padres son los primeros y más importantes maestros.
El dinero, tal como explican Isaacs y Abril (2000), es ante todo un recurso material y como referencia inicial es necesario centrar la atención a su valor en dos sentidos:
- El valor en el sentido de su relación con su fin.
- El valor en el sentido de cuánto dinero cuestan las cosas.
El primero se refiere a que los padres ayuden a sus hijos a descubrir el fin de los objetos materiales; el segundo, a la necesidad de que cada miembro de la familia aprenda a distinguir el precio del valor real de las cosas, la prioridad que ocupan en el presupuesto familiar y, finalmente, el tiempo y esfuerzo que implica ganarlo.
Por otro lado, vale la pena tomar en cuenta que no todo lo que se puede hacer se debe hacer. Resulta más fácil dejarse llevar por el momento y evitar como padres una confrontación con los hijos ante la negación de un deseo. Es necesaria la valentía para saber decir no cuando la circunstancia lo amerite. La firmeza y la ternura para educar en la austeridad, en la libertad y la templanza. Llegada la ocasión tener la capacidad para distinguir un capricho de una necesidad. (César Reyes, 2014)
La sobriedad no es simplemente un estilo de vida que “uno elige”. Aun cuando el ejemplo es determinante en la formación de los hijos, es indispensable explicar el valor de los recursos y la virtud necesaria para aprovecharlos al máximo. Esto se explica a los hijos de diversas maneras: con el “domingo”, que debe durarles todo el mes, pidiéndoles ayuda con algún encargo extraordinario en la casa, como pintar un cuarto, y pagarles una módica suma, etcétera.
Nuestro proyecto educativo como padres será un éxito si logramos formar hombres y mujeres con criterio propio para reconocer el justo valor de los recursos, capaces de elegir lo que más conviene aunque a veces cueste y, por supuesto, listos para responder a la pregunta: ¿Qué debo hacer con mi dinero?
Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
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