Que uno de tus mejores amigos sea un fanático del WhatsApp es tolerable, e incluso permitirás que te critique en algún momento. La cuestión es si serías capaz de soportar sus manías si trabajas con él.
Son muchos los que, sin ningún tipo de prejuicio, aseguran que al trabajo no se va a hacer amigos, y pasados los años acaban casándose con uno/a de sus colegas.
Sin llegar a extremismos, está comprobado que una relación cordial entre los compañeros de trabajo es el primer paso para generar un buen clima laboral, uno de los motores de la productividad.
Ni siquiera el sueldo resulta tan eficaz llegado el momento. Lo que parece indiscutible es que un amigo de toda la vida, sin duda es el mejor compañero de trabajo… o no. Seguro que reconoces a alguno de ellos entre estos cinco tipos.
El hiperconectado.
Son los primeros en responder en su grupo de WhatsApp y eso les hace muy populares. El problema es cuando esta hiperconexión trasciende al ámbito laboral. Estos profesionales suelen padecer de culpabilidad móvil, esto es, tienen la imperiosa necesidad de responder inmediatamente a todos los mensajes, incluídos los laborales.
Según un estudio realizado por MobileIron -fabricante de software móvil-, esta manía la padece el 58% de los profesionales. No desconectan del trabajo y, lo peor de todo, es que tratan de involucrar al resto en un juego que contamina el ambiente laboral y, por supuesto, un saludable aprovechamiento de las nuevas tecnologías.
El impostor.
Suelen ser autoritarios y utilizan a los demás para alcanzar sus objetivos. Este defecto, que fuera del entorno laboral no se aprecia, destaca con crueldad en el trabajo. José Manuel Chapado, consultor independiente, explica cómo desenmascararlos: “Se apropia de decisiones que no fueron suyas, pero que sí le son conocidas y, sobre todo, cuyo resultado fue exitoso. Ahora bien, solo quien de verdad decidió, conoce el porqué y para qué lo hizo. Hay que interesarse por el proceso más que por el resultado”. Si tienes a tu cargo un grupo de personas, conviene que sigas esta recomendación: los impostores pueden romper ese clima laboral que intentas fomentar.
El perfeccionista.
Nada parece estar bien para ellos, pero eso les hace grandes en el grupo de amigos: son los que mejor escogen dónde ir porque son los más críticos. Pero en el trabajo, suelen confundir el medio con el fin. Según Javier Martín de la Fuente, CEO de la consultora de recursos humanos Persona, “no saben equilibrar tiempo, eficacia y resultados, y suelen ser exigentes y controladores”.
Tienen una necesidad compulsiva de hacer las cosas atendiendo a los detalles y a la calidad. Marta Romo, socia de Be-Up, asegura que “es incómodo porque tratan de ilustrar y adoctrinar a los demás sobre cómo deberían hacerse las cosas. Señalan los errores ajenos y creen que siempre tienen la razón”. Para tratar con ellos aconseja “no llevar a lo personal sus críticas o juicios, y escucharles porque, a veces, tienen cosas importantes que decir”.
El negativo.
Romo los define como los passion killer, “porque asesinan la pasión de su ambiente, contaminando con emociones negativas”. Si tienes alguno cerca, ignora su lamento, es la mejor vía para no alimentar su actitud. Esas quejas entre amigos pueden resultar divertidas y en el trabajo no te harán ni pizca de gracia.
El apurado.
Es la antítesis del perfeccionista. “Busca ser productivo con su rapidez, pero no suele lograrlo porque después hay que retocar su trabajo o corregirlo”, dice Romo. Lo sabes, pero en la oficina puede pillarte desprevenido ya que suele estar muy orientado al objetivo, pero esa eficacia se diluye porque no tiene su cadena de prioridades ajustada y tampoco sus compromisos.
El tímido inofensivo.
Hacer ‘networking’ es un arte y te sorprenderá saber que no siempre los simpáticos y los relaciones públicas del grupo son los que tienen más éxito cuando se trata de conseguir una buena red de contactos. Los más introvertidos, los tímidos que suelen pasar inadvertidos en cualquier reunión, son los reyes del ‘networking’. Así los calificaba recientemente un artículo de ‘Forbes’ haciendo referencia a una investigación de la ‘coach’ laboral Kathy Caprino: “El 90% de los alumnos inscritos en uno de sus cursos eran, según ellos y su evaluación posterior, introvertidos, pero, sin embargo, eran los más luchadores por convertirse en unos magníficos ‘networkers’”.
Diario Expansión de España
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