Los buenos empleados cometen errores, los verdaderos líderes lo permiten

Los errores permiten a los individuos aprender y crecer, sin embargo, pueden ser muy costosos para la empresa. A pesar de ello, los grandes líderes encuentran maneras de permitirle a su gente tomar riesgos. ¿Cómo lograrlo sin poner en peligro a la firma?

Prueba y error. Para alcanzar un alto nivel de profesionalismo, los miembros de un equipo necesitan equivocarse. ¿Cómo puede un líder dar luz verde a eventuales errores sin hacer peligrar su empresa? Amy Rees Anderson, colaboradora de Forbes, nos lo cuenta.

El primer paso es determinar las áreas de la empresa, donde un error podría tener lugar sin causar demasiado daño. Los departamentos estrechamente relacionados con los clientes de la empresa y, por ende, con la confianza depositada por ellos en la misma deberían estar dentro de los límites de riesgo significativo, la supervisión es fundamental.

No obstante, otras áreas podrían dar mayores libertades a sus trabajadores para experimentar con nuevas y mejores formas de hacer las cosas.

Luego de ello, se debe comunicar a los empleados el establecimiento de una política oficial de la compañía en cuanto a la admisión de errores, y los límites impuestos.

En ese contexto, cabe aclarar a los colaboradores que la comisión de cualquier error es tolerable sólo una vez, siempre y cuando se trate de un acto de buena fe (sin malas intenciones). Si se comete por segunda la misma equivocación, entonces el responsable deberá afrontar las consecuencias, de acuerdo a las políticas de la empresa.

Todos cometemos errores. Ellos son el camino a las grandes ideas y e innovación. “Si usted no está cometiendo errores, entonces no está haciendo nada”, dijo alguna vez John Wooden. Es decir, son los peldaños ubicados fuera de la zona de confort de cada uno, donde se hacen nuevos descubrimientos y las grandes lecciones se aprenden.

Los grandes líderes dan luz verde a sus empleados para que cometan errores. Pero los buenos colaboradores aprenden de esas equivocaciones (no actúan a la defensiva y son honestos al reconocer en qué fallaron), se responsabilizan por esos actos, hacen lo necesario para corregirlos (o para enmendar el daño ocasionado a la medida de sus posibilidades), y colocan medidas de seguridad para garantizar que no repetirán el mismo error.

El último paso es indispensable, ya que forma parte del proceso de aprendizaje. Cuando se ha cometido un error, lo importante es averiguar qué medidas de seguridad y control se pueden establecer para no volver a cometer la misma equivocación.

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