(Gestión/Agencias).- Cinco horas antes del encuentro, miles de aficionados comenzaron a llegar al Maracaná de manera pacífica. El Gobierno tenía muy claro que quería la fiesta en paz, al menos dentro del estadio y en sus inmediaciones, por lo que desplegó 10,000 agentes alrededor del campo.

Según El País, se trata del mayor despliegue efectuado nunca en Brasil ante un acontecimiento deportivo. Hasta esta hora (6:05 hora peruana), el marcador que definirá la final de la Copa Confederaciones entre Brasil y España da 2-0 a favor del vecino carioca.

Pero las manifestaciones continúan, luego de que por 24 días miles de brasileños salieran a las calles a protestar por lo que, en un inicio, solo eran pasajes más altos de transporte público.

Hubo un choque entre los brasileños y la policía, lo que no impidió el desarrollo del partido en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro. Policías dispararon esta tarde bombas de gas lacrimógeno a un grupo de manifestantes que les habían lanzado objetos en una esquina próxima al estadio.

Según la cobertura en vivo de O Globo, la Defensoría Pública dijo que se trató de una confusión causada por los protestantes.

Por otro lado, unas 120 personas ocuparán esta noche la sede de la legislatura municipal de Belo Horizonte y reclaman la presencia del alcalde Marcio Lacerda, después de que fracasara una reunión entre representantes de los manifestantes y dos emisarios del funcionario.

Hoy, Brasil conoció que el Gobierno hará recortes presupuestarios o subirá impuestos para compensar cualquier alza del gasto social en respuesta a las protestas que sacuden el país, según el ministro de Hacienda, Guido Mantega, en entrevista al diario O Globo.