Cualquier padre desearía ver a su hijo triunfar y ser exitoso. Pero en algunas oportunidades, durante el proceso de crianza, estos se entrometen demasiado con tal de evitar que el niño cometa errores. Pero de los errores también se aprende y los riesgos de ser “un padre perfecto” para criar “hijos perfectos” pueden resultar peligrosos para el futuro del niño.
Así lo demostró un nuevo estudio realizado en Singapur que arrojó algunos resultados inquietantes. La investigación, publicada en la revista científica Journal of Personality, involucró la participación de 263 niños de 7 años inscriptos en la escuela primaria. Estos niños fueron seguidos por los investigadores durante cinco años entre 2010 y 2014.
El trabajo logró mostrar el lado más oscuro del perfeccionismo y cómo este termina por afectar a los niños que se enfrentan a él.
Durante el primer año que duró la investigación, los científicos midieron lo que llaman la “intrusión parental”. Por ejemplo, en una instancia pidieron a los niños que armaran algunos puzles mientras sus padres estaban allí presentes; estos podían ayudar a sus hijos de manera libre y así los investigadores podían analizar sus conductas y reacciones frente a los errores de los pequeños. Aquí se encontraron con un poco de todo, pero descubrieron que algunos padres “tomaron el juego por completo y buscaron superar a sus hijos”, tal como está descrito en la revista.
Los investigadores evaluaron luego ciertos aspectos de la salud mental de los niños al hablar con ellos y sus padres. Aquí es donde el estudio se vuelve alarmante. Los niños con padres intrusivos tienen tendencia a autocriticarse mucho más, y la tendencia crece a lo largo de los años. La autocrítica en los niños y adolescentes está vinculada a niveles elevados de depresión y ansiedad.
“Cuando los padres se vuelven intrusivos en la vida de sus hijos, esto puede ser una señal para el niño de que lo que hace nunca está del todo bien. Como resultado, la persona puede crearse sus propios miedos y culparse a sí mismo por no ser ‘perfecto’. Con el tiempo, esta conducta se transforma en un perfeccionismo desadaptativo que puede ser determinante. Incluso, cuando la ansiedad y la depresión son muy grandes pueden terminar en suicidio”, explicó Ryan Hong, jefe a cargo de la investigación.
Dentro de la muestra realizada para el estudio, 16% de los niños fueron clasificados con un “nivel alto de autocrítica” y el 78% demostró poseer tendencias al “perfeccionismo social” (sentimiento de que uno como persona debe superar expectativas poco realistas). La mayoría, un 59%, posee ambas. Esto significa que los niños son conscientes de sus propias imperfecciones y de sus errores a raíz de la reacción y el trato con sus padres.
Estudios anteriores también han sido muy críticos con los padres intrusivos. Pero esta es la primera vez que los investigadores pueden asociar directamente causas y efectos.
Sin embargo, los educadores involucrados con el proyecto son claros en que debe distinguirse al padre intrusivo del padre que se preocupa por su hijo.
Los síntomas del padre intrusivo pueden manifestarse a diario en pequeñas acciones con progenitores que poseen altas expectativas en el rendimiento académico de sus hijos y que sobredimensionan el hecho de que el niño no obtenga siempre los puntajes perfectos en sus pruebas y exámenes, por ejemplo.
El estudio sugiere que incluso los pequeños cambios en la forma de hablarle al niño pueden volver las cosas distintas. En vez de preguntarle por qué no obtuvo un puntaje perfecto, se puede cuestionar al niño o adolescente sobre su desempeño en general en la prueba y sus métodos de estudio para juntos desarrollar herramientas y estrategias para mejorar. Hay que dejar que los niños cometan errores.
Diario El Observador de Uruguay
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)