Un año y medio tras el destape del “dieselgate”, el escándalo más grande de la industria automotriz podría cobrar una víctima insospechada en Volkswagen.
Además de la salida de su CEO, Martin Winterkorn, y las millonarias pérdidas que el falseo de información de las emisiones contaminantes trajo a la compañía alemana, el fraude podría poner la lápida a uno de los modelos más icónicos de la marca: el Volkswagen Beetle.
El auto fabricado desde 1945 y del que se han vendido más de 22 millones de unidades en sus 70 años de historia, podría ser descontinuado por el plan de ahorro que busca impulsar la compañía tras las millonarias pérdidas que sufrió el último año.
En 2016, la firma de Wolfsburgo desembolsó casi US$ 13,700 millones en reparaciones y recompras de los vehículos afectados, pagó una multa de US$ 1.200 millones en EE.UU. para cerrar definitivamente el caso y registró pérdidas históricas de US$ 1,719 millones.
Sumado a los gastos, las ventas del “escarabajo” tampoco ayudan a asegurar su continuidad. Desde 2013 que las unidades vendidas no superan las 30 mil a nivel global, y en 2016 solo se vendieron 25,127, los mismos números que alcanzó el Golf en solo un mes.
El fin de este clásico parece cada vez más probable luego de las declaraciones del miembro de la junta de Volkswagen, Arno Antlitz, quien en la sesión anual de la compañía aseguró que estos modelos “representan una clase de vehículos atractiva y emocional, pero el plan de Volkswagen no es siempre continuar con todos nuestros coches de una generación a la siguiente”.
Pese a que la desaparición del Beetle significa para muchos la pérdida de parte importante de la identidad de la compañía, esta no sería la primera vez que se cancela su producción. En 1979 el modelo se dejó de fabricar y regresó en 1997, con su nueva apariencia. Por eso, algunos apuestan a una reinvención, esta vez como uno de los 25 modelos eléctricos que pretende lanzar la automotriz para 2025.