Puede ser agotador trabajar con un colega que no deja de cambiar de opinión. Justo cuando piensa que ya resolvió algo, recibe un correo electrónico que sugiere otro camino. ¿Cómo debe responder cuando esto pase? Primero, elija sus batallas. ¿Es una situación excepcional o un patrón recurrente? ¿Cuál es el impacto para el negocio, para el equipo y para usted? ¿Cuáles son los riesgos de abordar este comportamiento, y de no hacerlo? Si decide encararlo, dé al colega el beneficio de la duda. Evite frases como “Me siento muy frustrado con…” y, en cambio, haga preguntas como “¿Me podría ayudar a entender qué ha cambiado en su forma de pensar?” Con un diálogo abierto para entender los supuestos en juego, puede avanzar a sugerencias para remediar la situación. Ofrézcase a ayudar al proceso diciendo algo como “No tengo ningún problema con documentar lo que hablamos para garantizar que entendamos lo mismo y nos llevemos el mismo mensaje”.